- Sandro, descendiente de una familia bien acomodada, que lleva voluntariamente una vida de ermitaño dentro de los muros del Vaticano. Tiene un grave problema: es alcohólico y no sabe porqué. Durante un tiempo, lo había achacado a la vida que llevaba, en la que se sentía desplazado, preso, rodeado de envidias y desconfianzas. Más tarde pensó que se debía a Elisa, su madre, a quién siempre había idolatrado y con la que se había establecido un vínculo muy intenso que se rompió, cuando ocho años atrás, Sandro estuvo a punto de matar a su hermanastro y Elisa le instó, o más bien le obligó a ordenarse para encontrar la redención. Sin embargo Sandro en su fuero interno conocía la razón de su adicción. Y esa razón tenía nombre de mujer.
- Carlota da Rimini, que tras perder a Hieronymus, su último y breve amor fallecido pocos días antes de convertirse en su segundo marido, debe retornar a la vida de cortesana romana, prostituta para la nobleza, que tenía antes de conocerle. Su pasado tortuoso relacionado con Julio III, le inunda de remordimientos, cuando siete años atras, había matado a su hijo Inocento en Trento, vengando la desaparición y probablemente muerte de su hija Laura, junto a otros moradores del convento en el que estudiaba, a manos de La Inquisición y bajo la orden directa de el Papa, al que también culpaba de la pérdida de su primer marido que fue incapaz de soportar dicha tragedia. "La venganza puede convertirse en una adicción que nunca se ve del todo saciada"
- Antonia: hija de Hiernymus, artista compositora de vidrieras y el amor supuestamente imposible del jesuita. Ella no comprende porqué Sandro no quiere abandonar la orden para que puedan estar juntos, que es lo que más desea en el mundo.
- La Signora A: regente del "Teatro", el prostibulo más afamado de la ciudad. Recoge a chicas maltratadas, repudiadas, perseguidas y despreciadas por la sociedad y les ofrece alojamiento, calor familiar y buen trato. Les enseña y adiestra en las artes de seducción, guiándolas en el camino de convertirse muchas de ellas en concubinas de hombres poderosos. Carlota y Maddalena son dos de sus más preciadas obras.
- El hermano Massa, el Chambelán del Papa, para nada del agrado de Sandro, por ser hombre engreido, "siempre con insinuaciones malintencionadas no dirigidas a nadie en concreto", rodeado de una maraña de alianzas y contralianzas para escalar puestos en la futura sucesión del sumo Pontífice. Cliente encaprichado de Maddalena y muy dependiente psicologicamente de ella.
- Los tres hermanos Farnese: Sebastiano, novicio de la orden de los Dominicos muy unido a su hermana Francesca, mujer enfermiza por naturaleza que consigue engatusar a Forli y Ranuccio, hombre arrogante, despiadado y maltratador, que en breve va a casarse con la hermana de Sandro.
- Porzia, otra prostituta amiga de la víctima , analfabeta y ordinaria, "que olía a mantequilla rancia, sus pestañas parecían patas de araña, con la piel cubierta de manchas y con una gran fealdad interior que manaba de ella", pero convertida sorprendentemente en principal heredera de todos los bienes de Maddalena, a pocos días de su muerte.
- Milo, el hijo de la Signora A, que comienza una relación con la despechada Antonia, que está deseando olvidarse de Sandro.
La segunda muerte a la que aludía es la de Sebastiano, que vino a sumir en la deseperación a su hermana Francesca.
Durante gran parte de la lectura de la novela, estuve convencida de que el asesino era el "Angel de la Muerte", un personaje que aparece en el primer capítulo del segundo día, cuyo principal cliente era el Vicario de Cristo , que disfrutaba matando y que recordaba a sus víctimas como "sus desaparecidos", "sus pérdidas". Aunque por otro lado, todo parecía indicar que el Papa estaba realmente destrozado y compungido por la muerte de Maddalena.
Después, mis conjeturas se centraron en "La Signora A", sobre todo en la parte que nos desvela su homosexualidad y la de Maddalena, la relación de pareja que ambas habían mantenido años atrás y el hecho de que ella era, hasta una semana antes de su muerte, la principal heredera de todas sus posesiones, incluido "El Teatro". Pero claro, ¿que sentido tenía matar a Maddalena, después de la modificación de el testamento en beneficio de Porzia? Quizás no le había dado tiempo a conocer este hecho...
También sospeché de Porzia, que de haber saber los cambios de última hora, era la que más beneficio obtenía con la muerte de Maddalena. ¿Quien me iba a decir a mí que esa sospecha la más encaminada? Pero sólo de forma indirecta...
Lo que más me despistó y algo con lo que yo no contaba, es que eran dos los asesinos: por una parte "El Angel de la muerte" a las órdenes del Papa y de Massa y por otra, el que mató a Maddalena y Sebastiano. Conocemos las identidades de ambos: el primero de ellos es Milo, que además en el último capítulo acaba con la vida de Carlota, haciendo que parezca un accidente y ¿el segundo de ellos?
Atónita me quedé cuando leí su nombre: Francesca. Sí, la que parecía una mosquita muerta, esa criatura silenciosa, distinguida, casi quebradiza, se transformaba en Porzia por las noches y regresaba de madrugada sin que nadie se diera cuenta, para conseguir huir del encierro en el que se había convertido todo su entorno, de la represión en la que le sumía su hermano Ranuccio. ¿Y los motivos para tener que matarlos? Pues muy sencillo, las dos víctimas habían descubierto su doble identidad y ella no estaba dispuesta a renunciar a esa vida.
Todo le sale bien a Sandro, resuelve los asesinatos, recibe la oferta de ser el secretario personal del Papa y decide no rendirse y luchar por Antonia. ¿O no tan bien? Algo queda en el aire cuando en el epílogo el "Angel de la muerte" recibe el encargo de matar a Sandro Carissimi...