La Cortina Voladora
Hace algún tiempo, no demasiado, colgada de una ventana, contemplaba el mundo y veía pasar la vida una linda cortina. No era una cortina cualquiera, aunque podría ser la de vuestra habitación perfectamente: rosa con princesas, blanca con platillos volantes, azul con pitufos.... la que vuestra mente sea capaz de imaginarse.
La cortina estaba un poco triste porque soñaba con conocer mundo, en cambio estaba allí colgada de una barra clavada en la pared.
De chiquita, recién puesta le pareció agradable aquel lugar. El ventanal era bastante grande y desde él podía contemplar la plaza donde unos columpios recibían la visita de un montón de niños revoltosos,
Había contemplado con alegría los cambios que se habían ido produciendo en aquella habitación en la que vivía. Durante nueve años su mejor amigo había crecido y ya no usaba pañales. Cuando empezó a caminar torpemente se agarraba de ella con la excusa de no caerse, fue entonces cuando quedo un poco lesionada y perdió algunos anclajes que nunca fueron sustituidos.
Una mañana del mes de Diciembre en que soplaba un frío y fuerte viento, mama abrió la ventana, no un poquito, ¡No! De par en par. Era lindo volver a bailar, sentir como se flotaba en el aire al son de la música.
¡Si! la bella música, los gemidos de los árboles al ser balanceados por el viento, las macetas al crujir, las agujeros de las persianas al ser atravesados por él.
Sin apenas darse cuenta, el viento arreció. Algo increíble estaba por suceder........
El viento la empujo hacia el exterior y ella se dejo llevar sin más. Sus enganches ya viejos no resistieron la fuerza con que su príncipe el viento la reclamaba y entonces ocurrió.
¡Voló y voló! El viento la llevaba arriba y abajo, mientras ella iba guardando en su memoria todo aquello que iba viendo. No quería parar, por fin había conseguido realizar su sueño, había sido una larga espera.
No podía imaginar nuestra amiga cuantas aventuras la esperaban. De repente el viento paro sin avisar y ella no pudo agarrarse a nada, quedo tirada en el suelo gris, sucio de la carretera. ¡Uy! ¡Qué miedo!
¡Socorro! Grito, cuando una rueda gigante se le acerco tanto que casi la aplasta, menos mal que en ese momento el viento fue a su encuentro y la hizo subir otra vez hasta el cielo.
Se movía de una forma graciosa, como una cometa con forma de bailarina, ¿Cómo podía gustarle tanto bailar?-pensó.-
Sobrevoló grandes autopistas, un pequeño lago, se deslizo como si fuera un tobogán por un arco iris, no sin antes haberse remojado bien en el pequeño chaparrón que había caído. Que divertido era todo aquello.
¿Un sembrado? Algo extraño había en el centro. ¡Ojalá mi amigo el viento pudiera acercarme un poquito más para verlo mejor!
Y ¡Zas! Su deseo se hizo realidad..Pero entonces el viento la volvió a dejar sólita. ¡Puff! ¿Y ahora qué?
¿Cómo podría soltarse de aquella cosa horrible?, Cortina no sabía que era un espantapájaros. Ahora formaba parte de él y vaya que sí asustaba a los pájaros, no cabía duda.
La noche llegó y ella iba poniéndose cada vez más nerviosa y triste. Pensó mucho y se dio cuenta de que no tenía que haber sido tan loca.
“La vida a veces hay que tomarla con calma” le decía al espantapájaros que para su sorpresa también podía hablar.
Princesa, puedes quedarte conmigo, yo te tratare como a una reina, juntos nos haremos compañía y además, ya has aprendido el trabajo.
La sonrisa de cortina desapareció y en su lugar unas lágrimas rodaron y mientras sollozaba el viento llegó y sin dudarlo la llevó en sus dulces brazos hasta un lugar muy conocido por nuestra aventurera amiga.
Ahora se sentía segura y contenta había visto mundo, pero de momento, por un largo tiempo prefería quedarse en casita, tranquila disfrutando de sus hermosas vistas.
Pasaron algunos años y todo siguió cambiando y cortina se quedo allí esperando, quien sabe si a ti, para cumplir otro lindo sueño.Autora: María José Luque Fernández.