He dicho antes que me parece que entre las personas, la crítica tiene lugar cuando se le ha invitado, y casi nada más. Esto incluye las sugerencias que son crítica velada. ¿Por qué tenemos que señalar al otro? ¿Por corregirle? Nada más que estemos en una relación en la que eso se espere. El papá tiene que corregir al hijo, hasta si no le gusta hacerlo. Y a veces, la crítica es parte de lo que hace posible corregir.
Hay otros ámbitos, no personales, en los que la crítica es necesaria. En las cuestiones académicas, laborales, de política, debería ser bienvenida. La crítica a las formas de gobierno y a los gobiernos específicos, es indispensable para un pueblo libre (y no debería pedir permiso). Pero nos llenamos de críticas sobre las vidas personales, y no nos preparamos para hacer y recibir críticas de las otras.
Yo me entrené para una clase de crítica sobre el trabajo, participando en talleres literarios. Se me enseñó, por ejemplo, a no defender un texto; a quedarme callada y escuchar lo que otros pensaban. En todo caso, el texto tenía que defenderse por sí mismo, y si no lo hacía: fallo mio. Me costó trabajo procesar otras críticas sobre cómo me portaba en la universidad; no tenía que gustarme, pero creo que un niño, un adolescente, puede prepararse para que no duela, para no tomarlo como algo personal (porque no lo es). Algunas críticas hacen crecer.
Conocí a una antropóloga cuyo trabajo admiro mucho. Una persona de lo más agradable, además. Tuvo la amabilidad de facillitarme su tesis doctoral, que usé como material para mi tesis de Maestría. Me sorprendí de ver cambiar su actitud cuando leyó que mi trabajo criticaba el suyo. Me envió documentos con comentarios en relación a temas básicos, como explicándome el a, b, c, de lo que estábamos hablando. Soy respetuosa con ese tipo de autoridad, así que me guardé las ganas de responder: "tengo los antecedentes necesarios para entender su trabajo". No creo que le cuadre que admiro lo que hizo, y al mismo tiempo, puedo criticarlo.
Mi directora de tesis, al contrario, fue una persona grande en ese sentido. Feminista de las marchosas, activista de muchos años, acompañó en todo momento mi recorrido, siendo que yo estaba criticando cómo ha operado el movimiento de género en la cuestión de la violencia en la familia. Ella no solo toleraba que yo pusiera en tela de juicio, un trabajo del que ella había sido parte, sino que se lo cuestionaba ella misma. Sin la duda que lleva a la crítica, no se genera conocimiento. Sin esa duda, estamos en el jardín de niños.
Silvia Parque