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La cruz del viejo Brueghel

Publicado el 27 diciembre 2012 por El Patíbulo
La cruz del viejo Brueghel

La cruz del viejo BrueghelHay toda una paleta de pintores tan extraños y enigmáticos, oscuros y crípticos, que resulta casi imposible imaginarse que puedan estar pululando por una sociedad tan deshumanizada e irrelevante como la que por desgracia nos ha tocado vivir. En esta categoría de pintores siempre me vienen a la mente artistas como Bacon, El Bosco, o el más famoso de los Brueghel, Pieter, el Viejo.

¿Puede alguien imaginarse que pueda tener cabida en esta época inerte en la que vivimos, el arte de un pintor como Pieter Brueghel el Viejo? Pues parece que sí y por muchos motivos. Se estrena ahora -aunque la película fue producida en 2011- El molino y la cruz, del director polaco Lech Majewski.

La película es una suerte de cuadro pictórico a modo de sucesión de imágenes con una plasticidad pasmosa, -preferible a ese modo cibermoderno de estar con esas gafas marcianas de 3D que te deja alelado tiempo después y te desgarra las orejas y la nariz mientras las palomitas se te introducen por sitios inimaginables-, y el resultado final de Majewski es sorprendente, con secuencias tangibles, casi olorosas, colores saturados e intensamente vivos dentro de un collage de remiendos pegados a la pantalla; en definitiva un experimento que supera todo concepto clásico de espacio-tiempo, y una joya que desprende una sensación tal que da la sensación de poder enmarcarse como un lienzo. Enormemente recomendable.

Poco o muy poco -la mayoría interpretado o supuesto- se conoce de la vida de Brueghel, pero se dice que le gustaba colarse en las bodas campesinas sin estar invitado, vistiéndose de tal guisa y pasando desapercibido, si bien desconozco si se incorporaría al comienzo del banquete o ya a la hora de las copas, a esa hora difusa y confusa, cuando imagino que ni los novios ni el personal se preocuparían ya de los invitados.

Siempre que se realiza cualquier proyecto en el que se cuela algún personaje lejano en el tiempo y pensamiento me pregunto qué pensaría él al respecto al verse reflejado en esta -a veces- absurda modernidad, porque aunque Brueghel nos pueda resultar un carca y un carroza prehistórico, éste ha sido utilizado en muy variadas y variopintas ocasiones de nuestra fantástica modernidad. Así, en Bélgica tienen una marca de cerveza llamada Bruegel -sin la hache, y muy buena por cierto-, etiqueta en la que aparece un detalle de la famosa y etílica La boda campesina, obra que a su vez fue parodiada por Uderzo/Gosciny en Astérix en Bélgica en otra de esas fiestas bacanales que tanta envidia causan al final de cada álbum, y por supuesto sin olvidar una de las más recientes apariciones con The Rolling Stones en su Bridges to Babylon, libreto en donde aparece La torre de Babel en las páginas interiores.

Pues sí, el maestro holandés entre nosotros, del que nos haría bien imitar sus personajes, enormemente defectuosos -eso ya lo incorporamos todos de serie- pero al menos reales, para despojarnos de nuestro individualismo endémico y compartir todo tal y como sucede en sus cuadros, aun reconociendo que muchos de esos personajes rebosan exceso y profesan un amplio elenco de pecadillos, pero al menos pecados compartidos; sinceramente creo que para Brueghel hubiese sido una cruz vivir entre nosotros. Que sean felices.


La cruz del viejo Brueghel

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