Revista Talentos

La Cucaracha

Publicado el 26 diciembre 2013 por Gogol

la tradicional canción mexicana “La Cucaracha” tiene sus orígenes en una canción tradicional cómica-satírica de origen hispánico. Francisco Rodríguez Marín, en su libro “Cantos populares españoles”, publicado en 1883, recoge una versión de esta canción, con una letra compuesta en la época de las guerras contra los moros:

De la patillas de un moro
tengo que hacer una escoba,
para que barra el cuartel
la infantería española.

Del pellejo del rey moro
tengo que hacer un sofá,
para que se siente en él
el Capitán General.

De las costillas de un moro
me atrevo a formar un puente,
para que pase la España
y su ejército valiente.

El gran escritor mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi, en su libro La Quijotita y su prima , publicado en 1818, habla ya de la canción y dice quién la introdujo en México:

Un capitán de marina
que vino en una fragata
entre varios sonesitos
trajo el de “La Cucaracha”.

Mientras en México continuaba esta comadre musical su propia evolución política,en España también se transformaba según las necesidades de las luchas sociales e institucionales. Durante las guerras carlistas, el pueblo de Asturias agregó a “La Cucaracha” estas patitas para que pudiera caminar mejor por esos montes guerrilleros
(1871-1873):

Del pellejo de Amadeo
tengo que hacer una bota
para que Don Carlos lleve
el vino para su tropa.

De los huesos de Amadeo
tengo yo que hacer un puente
para que pase Don Carlos
con su partida valiente.

Entretanto, en México, cuando Napoleón III (El Tonto) organizó la intervención francesa para imponerle a los cuates un emperador austríaco (Maximiliano), las tropas patriotas mandadas en aquel momento por el general Porfirio Díaz le agregaron otra pata más a “La Cucaracha”:

Con las barbas de Forey
voy a hacer un vaquerillo,
pa’ ponérselo al caballo
del valiente don Porfirio.

En 1913 se produjo una verdadera revolución en la letra de “La Cucaracha”. Muy natural, porque esto ocurrió durante la Revolución Mexicana.
A la canción se le agregaron versos de escarnio contra el general Victoriano Huerta, viejo malandrín, rastrero, hipócrita, estrafalario, borracho, marihuanero, ridículo y malvado. Lo único bueno que se le podía reconocer en la vida era la excelente marihuana que fumaba de día y de noche. Tenía el uniforme con eternas manchas de grasa y de vino y despedía un olor a basura y a suciedad antigua, inmemorial. Sus bigotes eran lacios, con restos de comida vieja y olor a marihuana rancia.
Por alguna razón que no me puedo imaginar, la gente le puso el apodo de La Cucaracha. Huerta caminaba tambaleándose de una manera grotesca porque invariablemente se encontraba borracho. Pero cuando no andaba con sus tequilas puestas, caminaba tambaleándose de una manera grotesca porque además de las virtudes
ya enumeradas era cojo y patituerto. Unos decían que Dios lo había querido perjudicar al crearlo porque sabía de antemano lo malvado que le iba a salir ese retoño.
Otros afirmaban que el tipo se había vuelto malo para pagar todos los favorcitos que había recibido de Dios. Sea como fuere, Victoriano se las arregló para trepar hacia el poder dejando en el camino un reguero de cadáveres. Sus hazañas incluyeron el asesinato del Presidente Francisco I. Madero y la invitación que extendió
a los gringos para que invadieran el territorio mexicano. De la letra más generalmente cantada por las tropas revolucionarias, transcribo aquí algunos versos:

La cucaracha, la cucaracha
ya no puede caminar;
porque no tiene, porque le falta
marihuana qué fumar.

Se debe recordar que Huerta fumaba marihuana y en esto por lo menos tenía buen gusto.

Ya murió la cucaracha
ya la llevan a enterrar,
entre cuatro zopilotes
y un ratón de sacristán.

Un panadero fue a misa,
no encontrando qué rezar,
le pidió a la Virgen pura
marihuana pa’ fumar.

Nueva alusión a Huerta, y lo de “panadero” tiene que ver con sus amasijos políticos.

Pero la Revolución Mexicana fue un movimiento de facciones y, como es lógico, cada facción tuvo su propia variante de “La Cucaracha”. Hubo Cucarachas villistas, zapatistas, carrancistas y, en algún momento,
incluso huertistas. Por ejemplo, antes de la Convención de Aguascalientes (1914-1915), todavía creían los partidarios de Huerta que podían destruir las fuerzas de Carranza y por eso cantaban así su propia “Cucaracha”:

Ya se van los carrancistas,
ya se van haciendo bola,
ya los chacales huertistas
se los traen de la cola.

Sin embargo, como Huerta logró hacerse odiar de todos los mexicanos,
las versiones de todas las tendencias incluyeron estrofas contra este sujeto tenebroso,
traidor y cucarachudo.

Aquí van algunas estrofas zapatistas, que se cantaron mucho en el estado Morelos
desde 1915 en adelante:

Oigan con gusto estos versos
escuchen con atención,
ya la pobre cucaracha
no consigue ni un tostón.

Todo se ha puesto muy caro
con esta Revolución,
venden la leche por onzas,
y por gramos el carbón.

Siguen decenas de estrofas, protestando contra la pobreza, la carestía de la vida, la especulación de los comerciantes y los privilegios de los grupos poderosos.
Porque eso sí, los zapatistas de entonces, como los de ahora, siempre andaban protestando contra las injusticias sociales.

Cuando mi General Emiliano Zapata se peleó con Carranza, sus soldados le pusieron otras patas a “La Cucaracha”:

De las barbas de Carranza
voy a hacerme un calabrote,
para amarrar el caballo
de mi general Coyote.

El “General Coyote” era el gran revolucionario zapatista Nabor Mendoza,
valiente y parrandero, en cuyo honor compuso un corrido el poeta Celedonio Serrano Martínez,
con el título de El Coyote, Corrido de la Revolución .
Pero sigamos viendo la bronca zapatista contra Carranza:

La cucaracha, la cucaracha,
ya no quiere andar la danza,
porque no tiene, porque le faltan
los anteojos de Carranza.

Pero fue Francisco Villa, el gran Jefe del Norte, muy amigo y compadre mío,
quien más enriqueció “La Cucaracha” con letras demoledoras contra sus enemigos.
Son incontables las versiones villistas de esta canción. Algunos botones de muestra:

Con las barbas de Carranza
voy a hacer una toquilla
pa’ ponérsela al sombrero
de su padre Pancho Villa.

Aquí don Venustiano Carranza no solamente aparecía como un “hijo de mala madre”,
sino además como uno de los muchísimos hijos naturales de Pancho Villa.

Una cosa me da risa:
Pancho Villa sin camisa;
ya se van los carrancistas
porque vienen los villistas.

Publicado por: gogol

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Gogol 65 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Revista