Algunos estudios han demostrado que existe una predisposición genética al alcoholismo.
Apenas un mes desde su primera participación, se presentó en ese cónclave de anónimos, dispuesto redimir su perfidia. Entre sollozos, explicó que, allá, solo servían recio vino de pitarra y gaseosa para suavizar…
Su madre, preocupadísima por sus glóbulos rojos, fue muy estricta en prohibirle el consumo de agua carbonatada, con y sin, edulcorantes.
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