La delgada linea entre la euforia y el desencanto

Publicado el 10 septiembre 2011 por Rojotransitorio @rojotransitorio

Alejandro González Iñárritu

Las lineas que separan los opuestos suelen ser delgadas. Pueden ser rojas y separar la vida de la muerte tal como nos evocó Terrence Malick con su film The thin red line. O pueden ser incoloras y separar la euforia del desencanto tal como nos recuerda Alejandro González Iñárritu en su film Babel.

Alejandro González Iñárritu es un director de origen Mexicano que se caracteriza por hacer películas (Amores Perros, 21 gramos) que golpean nuestro estómago tal como lo haría una precisa patada en la boca del mismo. Te dejan retorciéndote de dolor y además lo hacen sin contemplaciones. Así es la realidad y Alejandro nos la cuenta tal como es. Y lo consigue acercándonos a los sentimientos y emociones de los personajes de su obra de forma magistral.

Babel

Babel es una película que recorre la extensa geografía mundial para recordarnos las múltiples lenguas que se hablan en el mundo y como las culturas que habitan en él son, al mismo tiempo, tan lejanas y tan cercanas. Lejanas pues las palabras de cada lengua son bien diferentes. Cercanas pues todos compartimos unas emociones similares. Como en la torre de origen bíblico ¿podremos llegar algún día a comprendernos realmente?

La secuencia

Pues en esta obra, la secuencia que más recuerdo es aquella situada en Japón en la cual Chieko (Rinko Kikuchi) joven sordomuda en busca de un sentido para la vida (como muchos jovenes) pasa la tarde con sus amigos para acabar la noche en un club de baile. Me impactó profundamente por una triple razón:

1. La música que suena de fondo: excelente remix del DJ Shinichi Osawa de las grandiosas September de Earth, Wind & Fire y The Joker de Fatboy Slim.

2. El escenario. Un club de baile, en el cual una chica sordomuda solo puede captar dos aspectos: el inmenso alud de imágenes visuales y el retumbar de los bajos de la potente música en la caja torácica. El director nos coloca en la piel de su personaje y nos recuerda que no todos tenemos el mismo contexto para una misma situación.

3. Las emociones: Supongo que todos los que hemos bailado en un escenario como el de arriba, fundidos con la música y el entorno, bajo los efectos de alguna copa de más, hemos sentido alguna vez alguna situación parecida a la que se refleja en esta escena. De repente, incluso sin saber muy bien porqué, mientras una luz estroboscópica te golpea los sentidos, pasas de la más desaforada euforia, al más profundo desencanto. Los extremos pueden llegar a tocarse a través de una delgada linea.