Revista Diario
La descripción de un joven
Publicado el 03 agosto 2015 por Jimmy FdzDaniel Quinn, protagonista de "Ciudad de cristal", primera de las tres novelas que componen "La trilogía de New York" de Paul Auster, una noche, ya de madrugada, recibe la llamada de alguien que lo toma por un investigador privado de nombre Paul Auster, ante lo cual el buen Quinn reacciona de la manera esperable, es decir, apuntando el error de su interlocutor y colgando el teléfono para olvidar el asunto. Pero no lo olvida, y Quinn, novelista (bajo seudónimo) de historias de detective, piensa qué habría hecho Max Work, el detective que protagoniza sus novelas, en su lugar. Sin duda, piensa Quinn, Work se haría dueño de la situación, así que decide que si llega a haber otra llamada, le seguiría el juego a la errada pero suplicante voz del otro lado de la línea. Así ocurre, y así Quinn acuerda una cita y acude al día siguiente, a las diez de la mañana en punto. Es recibido por la esposa de su futuro empleador, Peter Stillman, que cuando hace acto de presencia posteriormente, es descrito de esta forma:
"Todo en Peter Stillman era blanco. Camisa blanca, con el cuello abierto; pantalones blancos, zapatos blancos, calcetines blancos. Contra la palidez de su piel y su pelo pajizo y fino, el efecto era casi transparente, como si uno pudiera ver las venas azules detrás de la piel de su cara. Este azul era casi el mismo que el de sus ojos: un azul lechoso que parecía disolverse en una mezcla de cielo y nubes. Quinn no podía imaginarse dirigiéndole una palabra a aquella persona. Era como si la presencia de Stillman fuese una orden de silencio".
Y yo, que en aquel entonces estaba por la mitad de MONSTER, no pude evitar imaginarme a Johan Liebheart, gran antagonista de esa magnífica serie. Está claro el porqué: cabello rubio y fino, ojos azules, blanquísima piel. Stillman le cuenta su vida a Quinn, quien otra vez (ya lo había hecho cuando la llamada tuvo lugar) describe su voz como un sonido suave y pausado, si cabe un susurro mecánico, más o menos como la voz de Johan, sin jamás gritar ni alterar su entonación. Las similitudes llegan hasta ahí, o quizás no, pues más allá del parecido físico, las diferencias son notables: Stillman no es más que una marioneta de su propio cuerpo, y sin duda un juguete de su propia mente. Su presencia impone silencio por extrañeza en vez de por respeto o carisma, que son las cualidades supremas de Johan (además del miedo producido por su impactante aura de maldad, según apuntan quienes lo tuvieron de frente), quien por lo demás no suplica por su vida aún si hay alguien apuntándole con una pistola a no más de un metro, en contraposición a un Stillman que contrata a Quinn, justamente, para protegerlo de un peligro aún no confirmado. Y claro, Johan es el que se la pasa cometiendo monstruosos actos mientras que Stillman se encierra en su habitación oscura a escribir poemas en su idioma inventado.
Ambos, sin embargo, son dos caras de la misma moneda: lucen igual, pero viven de maneras distintas, y todo se debe al origen: los dos fueron objeto de tremebundos experimentos. Desde los tres años Stillman estuvo nueve años encerrado en una habitación para que no hablara, para que olvidara el poco lenguaje aprendido, a golpes de ser necesario, pero no mediante el lenguaje. ¿La razón? Su padre quería que, sin acceso al lenguaje, con los años se inventara el suyo propio, uno nacido de la inocencia de un niño, de la pureza de ponerle nombre a las cosas por su esencia; lo que, a los ojos del padre, sería el lenguaje de dios, en el que objeto y palabra son uno solo, al revés del lenguaje actual, en que la palabra y el objeto están distanciados irremisiblemente. Johan nació bajo toda una operación para que los mejores hombres y las mujeres tuvieran los mejores niños, los cuales serían llevados a particulares clases de lectura con el propósito de crear a los líderes y amos del mañana. El buen Johan se libra pero más tarde llega al Kinderheim 511, que busca la misma cuestión pero con peores métodos. También se libra y luego sigue su propia agenda.
¿En estos hechos se encuentra el origen de los males de estos personajes? Si bien Stillman está como está debido al cautiverio, puede que la ausencia de amor maternal (la madre murió en extrañas circunstancias) haya contribuido en algo, pero los hechos son los hechos. Más claro está la monstruosidad de Johan, quien ya era un monstruo cuando recibió el balazo a manos de su hermana, ya era un monstruo cuando entró al Kinderheim 511, ya era un monstruo cuando caminaba con su hermana en la árida y terrosa frontera entre Checoslovaquia y Alemania, ya era un monstruo cuando sucedió lo de la Mansión de las Rosas Rojas, en resumidas cuentas, ya era un monstruo cuando todo lo sórdido había sucedido. ¿Entonces qué lo provocó todo? La ausencia de amor maternal: la madre debía decidir entre si mandar a los experimentos a su hija o a su hijo, y en sus ojos Johan vio que ella planeaba deshacerse de él, hecho que tuvo tal impacto en él que luego de asumido lo retorció por dentro. La prueba final es que antes de sufrir tal decepción, Johan lloraba y suplicaba por su vida, algo que nunca más volvió a hacer, pues al parecer ya no tenía importancia. Bajo mi punto de vista Johan es un ángel, pero un ángel caído...