Estos días y por circunstancias que me son ajenas, sólo puedo pensar en la palabra “Adiós”. En cambios y en viajes a destinos inciertos. Así, se ha escrito este poema de doble lectura.
Hablándole sin ruido, busco una última atención,
mirándole sin examen, espero cobarde sus ojos.
Es inmóvil y ajena su postura. Su concentración.
¿Qué reunirá su pensamiento? ¿Quién su enojo?
Buscándole sin llamarle, suplico vana sus sonidos
tocándolo sin roce, aguardo impaciente sus dedos.
Parece que cambiara. ¡Quizás me haya sentido!
… o tal vez quien trocara -finalmente- sea este Miedo.
De modo que la certeza valiente de saberlo ido
me acompañe, junto a esta Vida, para despedirlo…