-Que se arrime un poco más al borde de la cama. Que recorra con sus temerosos dedos el acordonado extremo del colchón, el frío hierro de la litera, el límite del ahora su mundo. Que se gire una y otra vez e intente tocar el suelo y sólo perciba espacios vacíos. Que no vea luz, que no vea nada, que estremezca su cuerpo, que llegue a desear la muerte y odiarse al no poder conseguirlo…Que se encuentre solo y humillado. Que pague por lo que me hizo y ellos no vieron…-
Decía Marta mientras lo observaba a través de las cámaras nocturnas colocadas en aquel oscuro sótano.