Revista Talentos

La diversidad

Publicado el 13 enero 2015 por Sylvia
En la niñez creemos que lo que hay en nuestra casa es universal. Recuerdo a una de mis primitas -ahora una mujer- sorprendida como si el mundo se descompusiera, porque yo iba manejando mi camioneta, con mi esposo en el asiento del copiloto. Por más que explicara: la camioneta es mía, me gusta manejar -otros tiempos, aquéllos-, muchas mujeres manejan, ella tenía una respuesta contundente que implicaba que nosotros estábamos mal: su papá siempre manejaba cuando iba con su mamá.
Algo de eso queda cuando insistimos en que nuestra tierra es el lugar del mejor esto o del verdadero aquéllo. Pero sabemos que es nuestro cariño a lo que hemos conocido de siempre, y si somos educados, ensayamos un modo de decir "no hay manzanas como las de mi rancho", que no sea despreciativo respecto al resto de los manzanos. Por el contrario, creer en serio que la nuestra es la única manera correcta de vivir, y señalar, directamente o dándole vueltas, que todo el que viva diferente está mal, difícilmente no será ofensivo, y es que es la base de un extremismo peligroso.
Silvia Parque

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