Cualquier vida de cualquier ser humano se convierte en fuente inagotable para la creación, y desde este mismo lugar es desde donde partimos para luego escaparnos de nuestras propias historias e ir hacia la representación teatral.
De esta manera, ponemos todas las conductas y funcionamientos emocionales, cognitivos y psicomotores humanos, al servicio de la creación, optimizando todas las capacidades expresivas y creativas de las personas para la construcción del personaje. Esto, en líneas generales, viene a ser como si convirtiéramos en Hamlet, Medea, Antígona en personas de cualquier pueblo o barrio de nuestra ciudad, utilizando la naturaleza artística de cada uno, y que todos poseemos, para crear una obra única e irrepetible. Cada persona, parte con sus habilidades, con su idiosincrasia , con unas carencias y necesidades concretas, de una situación y contexto particular que hace que los ritmos sean diferentes, las metas variadas y variables, y por lo tanto, este es un proceso de integración personalizado y flexible.
El teatro no se entiende sin la necesidad de saber que todos los seres humanos somos diferentes, que cada ser vivo es parte de un todo, que cada cual tiene sus capacidades, habilidades y formas de enfrentase a la vida. En nuestra profesión existe un afán de parecer a… de ser como…, surge un espectáculo de éxito con una estética determinada y todos vamos detrás como ciegos en cacharrería. Atreverse a no parecerse a algo o a alguien, se persigue, y se rechaza, o como me dijo un crítico, “es que tu trabajo es muy personal” o como un programador me comento que, “no puedo programar este espectáculo por miedo a que la gente no lo entienda”.
Si pasa esto con el mundo del espectáculo, no menos ocurre con las personas con discapacidad. Dichas personas por sus características se escapan de los patrones establecidos, de modelos preconcebidos, de esquemas rígidos y faltos de genuinidad. Se denosta y se denigra, con palabras tales como: “los pobrecitos”, cuantas veces escucho esta frase, cuantas veces escucho aquello de: “lo que tu haces es una gran labor social”.
Desde estas páginas ¡os digo que no!, que no trabajo con este sector poblacional por penas, ni por hacer una labor social. Que mi compromiso está con el arte, con la creación, con el teatro. Que yo se “y de muy buena tinta” que al trabajar con personas en exclusión social obtengo mayores beneficios artísticos y menos compromisos que no se cumplen, que todo lo que una persona con discapacidad intelectual me pueda dar, es mucho más genuino que lo que una actor o actriz sometido a su técnica y a sus vanidades me pueda dar.
En el caso de la discapacidad intelectual, los filtros, las ideas preconcebidas de los personajes, del arte, etc. que pueda tener una interprete con discapacidad intelectual, siempre serán menores que los que pueda tener una persona que no lo sea.
Todos sabemos que cada personaje, cada espectáculo es un camino nuevo por recorrer, todos entendemos que las circunstancias que nos rodean nos hacer actuar de manera diferente y que según los acontecimientos y la vulnerabilidad de la interpretación nos obligan a estar en constantes cambios, y en un sinfín de cosas por probar y conocer.
En nuestra sociedad se asume que -para pintar- tienes que saber hacer trazos, conocer la gama y mezcla de colores, tener conocimiento de los distintos estilos pictóricos, etc. Y esto mismo ocurre con la música, la danza, el cine, etc. Pues bien, en el teatro pasa lo mismo, este no deja de necesitar una gran inyección de conocimientos, y cuando hablo de conocimientos hablo de experiencias vivenciadas. Por ejemplo cuando violan a la hija de Don Pedro Crespo en el Alcalde de Zalamea, este despliega y manifiesta toda una gran gama de emociones, por ejemplo: ternura, rabia, impotencia, violencia, etc. Todos estas reacciones humanas habremos pues de buscarlas, descubrirlas, y domesticarlas, para que a la hora de llevarlas a cabo, no tengamos mas que revivirlas cuando el texto lo precise.
Es por ello que la actividad teatral reporta beneficios a todo ser humano, pero hago hincapié en las personas con discapacidad intelectual, entre los que destaco: mejora de la atención, concentración, motivación, memoria, razonamiento, coordinación, estructuración espacio-temporal, control postural, ritmo, autonomía… Así se puede considerar una herramienta de trabajo contra la discriminación de este colectivo y para el logro de una calidad de vida.
La ficción obliga a entrar sin riesgo a explorar situaciones que de otra manera evitaríamos, a expresar sentimientos que estaban contenidos, liberar emociones que teníamos o tenemos penalizadas e integrar distintos aspectos de la vida diaria.
Los procesos teatrales, es decir, las técnicas teatrales nos ofrecen una vía de conocimiento y sensibilización social en torno a las implicaciones individuales y sociales de las personas en exclusión social, las realidades variadas y complejas que comportan, la exploración de vías de acción que contribuyan a mejorar la calidad de vida, el acceso y la igualdad de oportunidades de las personas, y en nuestro caso de las personas con discapacidad intelectual.
El teatro es una herramienta fundamental que permite un crecimiento socio-personal y grupal continuo, facilitando la comprensión y la reflexión, y la posibilidad producir cambios. Y no entiende de barreras, brindándonos la oportunidad de compartir un espacio colectivo. Este nos ayuda a reconocer que cada ser humano es único e irrepetible y que bajo este concepto existe un sinfín de posibilidades de ser, de actuar, de vivir.
Es necesario que miremos más allá de nuestras necesidades y pensemos en el otro, no sólo en términos económicos y de retorno de imagen, sino como pura garantía del derecho a acceder en igualdad de condiciones a la cultura, a la educación, a la información y al ocio que está amparado por ley.
Todas las artes están formadas de talento y por lo tanto tiene que ver con los recursos y capacidades genuinas del ser humano y que dichas capacidades son intrínsecas a la vida y por lo tanto intrínsecas también a las personas con discapacidad.
El teatro nos ayuda a despertar nuestra ternura, rabia, impotencia, violencia, etc. Todos estas reacciones humanas habremos pues de buscarlas, descubrirlas, y domesticarlas, para que a la hora de interpretarlas, no tengamos mas que revivirlas cuando la escena lo precise.
El teatro se ocupa de procesos creativos y de la realización del arte para mejorar y explorar el bienestar físico, mental y emocional de las personas. Está basado en la creencia de que el proceso creativo relacionado con la autoexpresión artística ayuda a las personas a resolver las distintas dificultades tanto sociales, personales del ser humano y mas específicamente en personas con discapacidad intelectual.
Al mismo tiempo la ficción obliga a entrar sin riesgo a explorar situaciones que de otra manera evitaríamos, a expresar sentimientos contenidos, liberar emociones penalizadas e integrar distintos aspectos de la vida diaria.
Y yo me pregunto si en las personas con discapacidad intelectual sus pensamientos son menos restrictivos, menos condicionados a las estructuras sociales, con una idea del error diferente, menos bloqueante, con grados menores de conciencia, etc. Y todo debido al detrimento de sus capacidades cognitivas, su discapacidad intelectual… ¿su emoción su capacidad creativa puede estar mas libre de prejuicios y por lo tanto con mas capacidades para la creación?
Esta pregunta se me constata, verifica, y compruebo constantemente, que dicho sector poblacional tiene una capacidad innata a la creación y por lo tanto al mundo del teatro.