- Que no tienes temporadas acabadas de series para hacer uno de esos posts panegíricos.
- Que no escuchas discos que te lleguen a la fibra como el maldito con el que estás tan pesadito.
- Que ni te acuerdas de la última vez que te planteaste en serio sentarte a ver una película con una actitud tolerante y positiva (o sea, no comparándola con las series que te gustan).
- Que, de hecho, no vas a sentarte a ver una película con una actitud tolerante y positiva hasta que organices una tarde en familia (los niños ya pueden asumir lo que van a ver) con motivo del estreno de Django, unchained. Al que no tenga curiosidad por ver qué es Django, unchained le pediría amablemente que pare en este justo momento y se plantee seriamente qué hace leyendo este blog. No porque vaya a haber spóilers a partir de aquí, sino porque en la vida no sólo hay cómodas autopistas para ir a las ciudades principales. No tendría que llegar al punto de tener que recordarlo más. ¿De acuerdo?.
- Que el ritmo de lecturas, pasado, presente y futuro, te lleva a curiosas circunstancias como parecerte, casi, que fue en otra vida cuando reseñaste, por ejemplo HHhH.
- Que últimamente empleas en exceso las siguientes palabras: sutileza, desbordante, exuberante, magnífico, preciso, ambición. Y que hay otras de las que te olvidas, pero ya te lo echarán en cara, ya.
- Que mucho quejarte pero la política buen pretexto que te da, para posts, para comentarios, para devaneos, para Twitter.
- Que las aventuras de Jesús pueden seguir para la eternidad sin acabar de definirse del todo. Bueno: a eso otros le llaman religión. Que, de hecho, has pensado en agruparlas todas, darles una forma más concreta y errática, vestirlas de noche, hacerlas ambiciosas, y presentarlas a algún concurso de mierda con un premio ridículo en un pueblo lejano e ignoto en el que presentes un pdf con un pseudónimo más creativo que el cuento en sí.
- Que desde pequeño conservas cierta filia por el número 9 que te empuja a completar y acabar la relación aquí.
Fragmentos de interior
Es que hay demasiado mundo ahí afuera: no me extraña que haya gente que se haga instalar ventanas pequeñas, o puertas que cuesta abrir para salir. No me extraña nada.
Monster es una bebida yanki que se parece al Red Bull. Se usa para mantenerse despierto, porque sabe a rayos. Aunque el Red Bull sabe más a jarabe, y el Monster que yo he probado tiene cierta semejanza con una sidra, sin alcohol, of course, con un gaseado poco peleón, y mezclada con algún conato de zumo de fruta que le aporta cierta consistencia. Pero dicen que tres tipos murieron por beber Monster y he decidido vivir instalado en el riesgo. Wow. Fijaros lo que digo, wow. Estoy muy aguerrido, sabedlo, desde que probé una lata de eso y sigo vivo.