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[…]
Aquellos ruidos la distraían de su estado contemplativo.
Trato de ignorarlo.
Chof…chof… chof…
[…]
Nevado.
En cuanto Bipa lo vio, volvió a la realidad de forma brusca y brutal. Se olvidó por un momento de la Estrella, de Aer y de todo lo demás, mientras su conciencia recomponía las piezas de un rompecabezas que no era tan difícil de resolver, y que habría completado mucho antes, de no haber estado hipnotizada por aquel astro de despiadada luz azul. El chof.. chof… era el sonido de los pasos del gólem de nieve, cuyas formas eran ya apenas reconocibles. La temperatura del ambiente había ido subiendo durante el trayecto, pero Bipa no había sido consiente de ello, o, al menos, no tanto como para darse cuenta de lo que eso supondría para su amigo.
Nevado se estaba derritiendo. […]
-¡Tengo que sacarte de aquí!- grito
Tomó la mano del Nevado con cuidado, lo justo para retenerla sin destrozarla, y tiro de ella suavemente, para hacerle ver al gólem que quería que la siguiera.
Y emprendió una precipitada marcha en dirección contraria […]
-¡Corre, corre, corre…!- le gritaba al gólem, mientras luchaba con todas sus fuerzas para alejarlo de aquella estrella que, contra todo pronóstico, había resultado irradiar un calor uqe era letal para él.[…]
Por fin, la chica se rindió. Abrazó con cuidado la cintura de Nevado, que ahora era delgada y frágil, y apoyo la cabeza sobre su pecho, cada vez más blando. […]
Bipa sintió que pasaba los restos de sus brazos sobre los hombros de ella, para retenerla a su lado. El gólem de nieve no quería quedarse solo.
-No te dejare- le prometió entre lagrimas- No te dejaré…- su voz ahogó en un sollozo-. Eres … un… estúpido-balbuceó como pudo- .¿Por qué has tenido que seguirme hasta aquí? ¿Por qué?[…]
Así, lentamente, Nevado se licuó entre sus brazos hasta que ya no fue más que un informe montoncito de nieve blanda.[…]. Pronto del leal gólem de nieve no quedó más que un charco de agua sobre el suelo de cristal.
[…]
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-¡¡Aer!!
Pero él no se volvió.[…]
-Tienes que aguantar, Aer-le estaba diciendo ella en voz baja, con un nudo en la garganta-. Te llevaré a casa, te cuidaremos y te pondrás bien.[…]
- Es… demasiado tarde, Bipa.
-No, no lo es- discutió ella-. No he llegado tan lejos sólo para dejarte morir.
-Es que… es duro. El hambre, el dolor… el sueño. Ni aguanto más. Mi cuerpo… tortura. Aún estoy a tiempo de … ser etéreo… . Todavía puedo…librarme del dolor…
Bipa no puede más.
Le dio un sonoro bofetón que lo dejó aturdido por un instante.
-¡Pero qué te has creído!-le gritó-.¡Yo sí que he sufrido, no te imaginas cuánto! ¡He pasado hambre y frío, he pasado miedo, he estado a punto de morir! ¡Me he dejado los pies caminando detrás de ti y he perdido a un buen amigo cuyo único error fue acompañarme en mi viaje!
¿Y te atreves a hablarme de dolor? ¿Qué sabes tú del dolor?
Sin poder contenerse más, se echó a llorar.
-Pero…Bipa –pudo decir Aer, confuso-¿Por qué… has hecho todo esto por mí? ¿Po qué has venido a buscarme?.
Ella lo miró como si fuera realmente corto de entendederas.
-Porque te quiero, estúpido-respondió, sin más.
[…]
La Emperatriz De Los Etéreos
Laura Gallero García.
Alfaguara