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La esfera pública y la privada. Hanna Arendt. (Fragmentos)

Publicado el 20 octubre 2011 por Alfredo
La esfera pública y la privada. Hanna Arendt. (Fragmentos)
El hombre: animal social o político.
La vita activa está siempre enraizada en un mundo de hombres y de cosas realizadas por éstos, que nunca deja ni trasciende por completo. Cosas y hombres forman el medio ambiente de cada una de las actividades humanas.
Todas las actividades humanas están condicionadas porque los hombres viven juntos. La actividad de la labor no requiere la presencia del otro, aunque un ser laborando sólo es un animal laborans y no un hombre como tal.
Sólo la acción es exclusiva del hombre; ni una bestia ni un dios son capaces de ella, y sólo esta depende por entero de la presencia de los demás. Esta relación especial entre acción y estar juntos parece justificar plenamente la primitiva tradición del zoon politikon aristotélico.
Según el pensamiento griego, la capacidad del hombre para la organización política, no solo es diferente, sino que se halla en oposición a la asociación natural cuyo centro es el hogar y la familia. El nacimiento de la ciudad-estado significó que el hombre recibía además de su vida privada, una especie de segunda vida, su biós politikos.
Bios politikos presenta dos tipos de actividad; la acción (praxis) ; discurso (lexis), de los que surge la esfera de los asuntos humanos.
El pensamiento era secundario al discurso, pero discurso y acción se consideraban coexistentes e iguales. Sólo la violencia pura es muda.
En la experiencia de la polis, acción y el discurso se separaron y cada vez se hicieron más independientes. El interés se desplazó de la acción al discurso, entendido más como medio de persuasión que como forma específica humana de contestar, replicar, etc.
Solamente podemos entender la definición aristotélica del hombre como zoon politikon si añadimos su segunda definición del hombre como zoon logon ekhon (ser vivo capaz de discurso).
Los esclavos, mujeres y bárbaros estaban desprovistos de dicha capacidad.
La polis y la familia.
La distinción entre la esfera privada y la esfera pública de la vida, corresponde al campo familiar y político, que han existido como entidades diferenciadas y separadas al menos desde el surgimiento de la antigua ciudad-estado. Para nosotros, esta línea divisoria ha quedado borrada por completo, ya que vemos el conjunto de pueblos a imagen de una familia cuyos asuntos cotidianos han de ser cuidados por una administración doméstica y gigantesca de alcance nacional. Lo que impedía a la polis violar las vidas privadas de sus ciudadanos y mantener como sagrados los límites que rodeaban cada propiedad es debido al hecho de que sin poseer una casa, el hombre no podía participar en los asuntos públicos, debido a que carecía de un sitio que propiamente le perteneciera.
La comunidad natural de la familia nació de la necesidad, y ésta rigió todas las actividades desempeñadas en su seno. La esfera de la polis era la esfera de la libertad, y existía una relación entre estas dos esferas, ya que resultaba lógico que el dominio de las necesidades vitales en la familia fuera la condición para la libertad de la polis.
La libertad estaba localizada en la esfera pública. Dicha libertad es la condición necesaria de lo que los griegos llamaban eudamonía (felicidad). La felicidad era un estado objetivo que dependía sobre todo de la riqueza y de la salud.
La polis se diferenciaba de la familia en que aquella sólo conocía “iguales”mientras que en la casa era el centro de la desigualdad. En el mundo moderno las dos esferas fluyen de manera constante una sobre la otra.
Dejar la casa con el fin de embarcarse en alguna aventurada y gloriosa empresa requería valor, ya que sólo allí, en la ciudad, predominaba el interés por la supervivencia personal. Quien entrara en la esfera pública había de estar preparado para arriesgar su vida. Por lo tanto, el valor se convirtió en la virtud política por excelencia.
La buena vida como Aristóteles califica a la del ciudadano, no era mejor en cantidad, sino de una calidad diferente. Era buena en el grado en que, habiendo dominado las necesidades de la pura vida, liberándose del trabajo y de la labor (para Hanna, comer, beber, dormir, etc.) y vencido el innato apremio de todas las criaturas vivas por su propia supervivencia, ya no estaba ligada al proceso biológico vital.
El auge de lo social.
Un hombre que sólo viviera su vida privada, a quién, al igual que al esclavo, no se le permitiera entrar en la esfera pública o que, a semejanza del bárbaro, no hubiera elegido establecer tal esfera, no era plenamente humano. La asombrosa coincidencia del auge de la sociedad con la decadencia de la familia indica claramente que lo que verdaderamente ocurrió fue la absorción de la unidad familiar en los correspondientes grupos sociales.
La esfera pública: lo común.
La palabra “público” significa dos fenómenos relacionados. En primer lugar, significa que todo lo que aparece en público puede verlo y oírlo todo el mundo. La presencia de otros que ven lo que vemos y oyen lo que oímos nos asegura de la realidad del mundo y de nosotros mismos, y puesto que la intimidad de la una vida privada desarrollada siempre, intensifica grandemente toda la escala de emociones subjetivas y sentimientos privados. Esta intensificación se produce a expensas de la seguridad en la realidad del mundo y de los hombres.
Puesto que nuestra sensación de la realidad depende por entero de la apariencia y, por lo tanto, de la existencia de una esfera pública en la que las cosas surjan de la oscura existencia, incluso el crepúsculo que ilumina nuestras vidas privadas deriva de la luz mucho más dura de la esfera pública. Sin embargo, hay muchas cosas que no pueden soportar la implacable y brillante luz de la presencia de otros en la escena pública. El amor por ejemplo, a diferencia de la amistad, muere, y se extingue en cuanto es mostrado en público.
En segundo lugar, el término “público” significa el propio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído privadamente en él. Este mundo está relacionado con los objetos fabricados por las manos del hombre. El mundo, con todo lo que está en medio, une y separa a los hombres al mismo tiempo.
La esfera privada: la propiedad.
Vivir una vida privada por completo significa por encima de todo estar privado de cosas esenciales a una verdadera vida humana: estar privado de la realidad que proviene de ser visto y oído por los demás.
El pleno desarrollo de la vida hogareña en un espacio interior y privado lo debemos al extraordinario sentido político de los romanos, que a diferencia de los griegos, nunca sacrificaron lo privado a lo público, sino por el contrario, comprendieron que estas dos esferas sólo podían existir coexistiendo.
Resulta fácil olvidar que riqueza y propiedad, lejos de ser lo mismo, son de naturaleza por completo diferente. El actual auge de reales o potencialmente muy ricas sociedades demuestran con claridad la poca relación que guardan estas dos cosas.
En sus orígenes, la propiedad significaba ni más ni menos, el tener un sitio de uno en alguna parte concreta del mundo, y por tanto, pertenecer al cuerpo político, es decir, ser el cabeza de una de las familias que juntas formaban la esfera pública.
Para los griegos, carecer de lugar propio significaba dejar de ser humano.
Enlaces de interés:
http://es.wikipedia.org/wiki/Hannah_Arendt
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2504
http://www.institutoarendt.com.ar/
La esfera pública y la privada. Hanna Arendt. (Fragmentos)

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