Revista Diario

La extraña pareja

Publicado el 12 agosto 2011 por Hogaradas @hogaradas

Por Hogaradas
Desconozco si responde a algún tipo de ritual, pero su compenetración no cabe duda que es totalmente perfecta. Él aúlla mientras ella rompe en estridentes carcajadas; ella ríe y como respuesta recibe sus aullidos.
Estoy segura de que desconocen que sabemos quiénes son, incluso me atrevería a decir que viven ignorantes de que conocemos su juego, pero lo cierto es que es tal el ímpetu que ponen en cada una de sus demostraciones de complicidad, que es imposible vivir cerca y abstenerse a todos los ruidos que sus cuerdas vocales lanzan al espacio exterior.
En la calle no los reconozco, llegan apenas sin hacer ruido, hablan en voz baja, pasan completamente desapercibidos, todo un ejemplo de educación y saber estar, pero no sé qué extrańa transformación sufren una vez que atraviesan la puerta de su casa.
El recogedor de mi escoba fue el objeto de mis iras en un principio, y acabó en la basura, tal era mi ímpetu en conseguir se escuchada y su empeńo en no hacerme ningún caso, pero pasados los meses reconozco que ha me he acostumbrado a ellos, incluso que han conseguido no volver a desesperarme, enfadarme o sacarme de mis casillas.
Bien es cierto que según el día me hago acompańar de unos maravillosos tapones para los oídos que consiguen mitigar sus aullidos y risas, pero en general, hasta reconozco que les he cogido carińo y todo.
Envidio sobre todo su extremada alegría y esa excesiva expresividad con la que se lanzan al día a día, sin temores, sin dudas, sin ningún tipo de pudor a la hora de dar rienda suelta a sus emociones.
Ayer he vuelto a verlos, delante de un zumo y un café se mostraban otra vez como la pareja perfecta. Imposible imaginar semejante transformación cuando un rato más tarde llegamos a casa, tras ellos, y asistimos un día a más a su incesante juego.

 

La extraña pareja


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