Hace tiempo supe que el drama protege del dolor. Hacer un drama es el equivalente adulto del niño apretando el golpe que se acaba de dar, para tapar el dolor con dolor (yo sigo haciéndolo cuando me duele una muela).
Si te vuelves loca puedes evitar la crudeza de la realidad. Si de verdad te sientes morir, no estás sintiendo lo que está pasando: estás ocupada en "morir". Cuando dejas que los demonios hagan su fiesta, puedes hacer que el drama le cierre el camino al anuncio de la hora de la muerte -la muerte del amor, de la ilusión, de lo que sea- (hay fiestas extendidas hasta el suicidio).
La falta de drama puede dejar un espacio de suspenso muy cabrón.
Silvia Parque