Revista Diario

La felicidad sin problemas

Publicado el 16 agosto 2020 por Elizabeth Garcés @Elizabe18542408

Parece cada vez más difícil encontrar la armonía, los seres humanos se han propuesto el vivir bajo el signo de la intolerancia que a tantos dramas nos lleva y sin embargo…..

Está situación de perfecta convivencia me hace reflexionar cada vez que estoy frente a ella, no se puede negar que la naturaleza posee la inteligencia que nos falta muchas veces,a nosotros, los humanos.

En una maceta que no muestra más pretención que la de albergar plantas llegó un día un pequeño pino, debilucho pero de un color verde oscuro que indicaba encontrarse en muy buena salud. Creció tranquilo, a su ritmo. Los rayos de un sol invernal lo acariciaban sin avaricia, él lo agradecía brillando intensamente.

El tiempo pasó poco a poco trayendo asi un tímido nacimiento: una plantita fue saludando a todos justo al lado del pino y, por supuesto, en la misma maceta. Todos se preguntaron_ ¿qué es?, ¿ cómo ha llegado hasta ahí?_ nadie encontró la respuesta pero el hecho es que la planta se empeño en tener como vecino a ese abeto verde que ya no podía considerance como único inquilino en el lugar.

La primavera estaba en su apogeo por lo que la nueva planta mostró sus flores rojas que en las noches inundaban el ambiente de un perfume exquisito, era simplemente una planta de Maravilla. Flores hermosas de color vivo que suelen abrir de noche despidiendo un perfume sin igual.

Al pino no parecía molestarle en absoluto compartir la vivienda con la que eligió domicilio a su lado. Parecían hermanos y disfrutaban sin disputas del sol y de la frescura de la noche. Crecían en armonía y al parecer lo que era bueno para el uno también lo era para el otro. Compartían todo lo que era un cotidiano.

Con el verano otro personaje vino a unirse a está historia formándose así un trio peculiar y distinguido: un helecho decidió vivir en la parte baja de la maceta. Salía por una ranura y sín ningún complejo. El pino les permitía disfrutar de la vida en la que era su casa. Se acompañaban el uno al otro, se protegían en los días de lluvia como de intenso calor.

Especies diferentes que se entendían maravillosamente bien. Todos se permitían el lujo de existir sín el más mínimo obstáculo y me pregunto: _ ¿ por qué la raza humana no consigue hacer lo mismo?.

Un misterio persiste, no se sabe cómo llegó la planta de Maravilla y el Helecho a esa maceta situada en el rincon del balcón…..

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