Revista Literatura
La Filosofía Oriental en Teoría de los Cambios de Enrique Verastegui
Publicado el 23 agosto 2009 por RaulheraudPor Raúl Heraud
Enrique Verastegui en su último poemario titulado Teoría de los Cambios (Editorial Sol Negro/ Cascahuesos editores 2009), como él mismo dice ha “traducido” al matemático Chino Ch’in Chiu – Shao; inmerso en una especie de trance nos entrega una poesía en las que a decir verdad encontramos una gran dosis de misticismo relacionado con la filosofía oriental; no es novedad el acercamiento del poeta al budismo al yoga y al Zazen (meditación en postura tradicional de loto):
Sentado en posición de loto
El mar color verde jade se revuelve
Como una inmensa placenta
(Visiones Místicas en Huanchaco).
Los poemas son breves, apenas suspiros con el espíritu Koan de los Rinzai japoneses (diálogos entre maestro y discípulo), los aborda con sensibilidad y delicadeza, con tanta intuición y espontaneidad que nos hace recordar al poeta oriental Basho:
Yoku mireba
Nazuna hana saku
Karina
Cuando miro con cuidado
¡Veo florecer la nazuna
Junto al seto!
E.V.
Déjenme así, extraño y solitario
Por favor déjenme florecer
(Diario Z +1:2/1/2004)
No tiene sentido envejecer
Sin no haber amado flores
(8 a.m.)
En la milenaria tradición oriental la flor significa revelación espiritual, así mismo la luna es para los orientales sinónimo de belleza y de fuerza interna; Verastegui muestra la forma correcta de arroparse con un traje de más de siete siglos hablando desde su otro yo eterno:
Raíz, flor, fruto, son calidad para Krisol…
(VI)
El reflejo de la luna contenida
En el agua en el cuenco de mis manos
Refresca mi mente.
(Espejo)
Como podemos apreciar no es simplemente el hecho de interpretar las palabras dentro del contexto del poemario sino que los versos muestran una carga reflexiva, de introspección, de meditación para encontrar el estado pleno del espíritu (nirvana), como única vía para evitar los sufrimientos del cuerpo.
Verastegui nos enseña su conexión interna con la naturaleza, los poemas son escritos con la sabiduría de un monje y la frescura e inocencia de un joven aprendiz que tendido sobre alguna pradera observa con asombro como pasa la vida a su alrededor. (Lin yu tang).
En Teoría de los cambios existe la constante búsqueda de un equilibrio (yin /yang) para poder penetrar la naturaleza misma y poseerla, ser la naturaleza (zen), conocer sus secretos, sus alegrías, sus sufrimientos, es decir, toda una vida vibrando dentro de sí mismo (Suzuki).
En la simpleza de sus palabras encontramos luminosa verdad, inagotable manantial donde se refresca y renueva nuestro pensamiento; Teoría de los cambios no es sólo un libro de poemas, es un bello atardecer donde la sabiduría y la fe convergen, la razón no es suficiente para penetrar en él, de igual modo la emoción no sirve como único camino de acceso, pero sin ambas tal vez sería imposible deslizarse adecuadamente por su contenido (Tao te King).
Verastegui ha ido más allá de la poesía, en el presente libro nos ha entregado parte de su búsqueda metafísica, nos muestra el camino seguido por él para alcanzar la trascendencia espiritual: “Treinta y dos radios convergen en un solo centro (…) hacemos una vasija con un trozo de arcilla, el espacio vacío de su interior es el que le da su utilidad”. (Lao Tse).
Nunca hubo principio ni fin
El mundo de la conciencia es anterior a la materia
De lo increado brota la creación
Y lo innominado gobierna el universo
(Avatar: epístola a los discípulos de Krisol).
Enrique sabe que el destino del hombre se encuentra más allá de las palabras, habita en la belleza natural, en el gran todo, en el caótico orden de la creación; sabe que la materia es limitante, estado impuro, el cuerpo apenas un envase transitorio que cambiamos una y otra vez; Y es que simplemente estamos aquí para dejar constancia de nuestro fugaz paso por el mundo.
Escribí ese poema en la otra vida
y lo refrendo ahora. No es un Karma,
es el apretón de manos entre pasado y futuro.
Tal vez no escribí ese poema ayer,
sino en un mundo múltiple
donde pasado, presente, y futuro se confunden:
luz al final del túnel
que traspasa la montaña hacia la luz.
(Karma y Luz)