Revista Diario

La física cuántica aplicada al adulterio

Publicado el 24 octubre 2010 por Tiburciosamsa

Einstein dijo que Dios no juega a los dados. Sí, pero lo que se calló es que Dios tiene un sentido del humor de lo más peculiar. Apenas llevábamos trescientos años acostumbrados a vivir en un universo newtoniano, cuando vienen los físicos y nos dicen que eso sólo era una aproximación para todos los que somos de letras, que las cosas como funcionan de verdad es cuánticamente.

Uno que es de letras podrá pensar que da lo mismo que el universo sea newtoniano, que cuántico que del Atlético de Madrid. Pues no, no es lo mismo. Un universo newtoniano funciona como un reloj suizo. Si sabes la masa de un cuerpo y su velocidad, puedes predecir dónde estará mañana a las cinco de la tarde. Por ejemplo, si es mi primo Gustavo, durmiendo una buena siesta. En un universo cuántico, no hay manera ni tan siquiera de saber si el cuerpo tiene masa o es que se ha puesto a dieta. En ese universo lo mismo Gustavo se está acostando con mi novia a las cinco de la tarde, que está realizando una operación de neurocirugía. Y en un universo del Atlético de Madrid, se sufre mucho cuando llega un equipo malillo y te mete 3 a 0 en tu propio campo.

La física cuántica hasta ahora ha sido capaz de predecir exactamente el comportamiento de los átomos y las partículas. Carecemos de instrumental para hacer experimentos a nivel macroscópico, pero nada en la teoría impide que también a estenivel se apliquen las reglas cuánticas. A fin de cuentas todos estamos compuestos de átomos, salvo mi primo Gustavo, que está compuesto de grasa, que anda que no come el animal. Mientras descubrimos cómo hacer experimentos cuánticos a nivel macroscópico, seguimos manejándonos con la mecánica newtoniana que explica todo satisfactoria, aunque aproximadamente, salvo los movimientos de la Bolsa.

Lo primero que aprendemos con la física cuántica es que las partículas no tienen propiedades intrínsecas. Se mueven en un campo de probabilidades. Podemos forzar a la función de onda de un átomo a ir a la caja A o a la caja B. La física cuántica dice que el átomo estará simultáneamente en ambas cajas. Cuando queramos observar en cuál de las dos cajas está, colapsaremos el campo de probabilidades del átomo y aparecerá o bien en la caja A o bien en la B. De alguna manera es nuestra observación la que ha hecho que una de las probabilidades se concrete.

Este experimento lo podemos llevar también al espacio macroscópico, aunque de una manera mental, ya que todavía nos faltan los instrumentos para hacer experimentos cuánticos con grandes objetos. Imaginémonos que mi primo Gustavo quiere saber si su mujer le pone los cuernos. Sí, su mujer es ligera de cascos y además mi primo Gustavo me cae gordo. Puede que sea por el bollo relleno de crema que me quitó a los seis años o por la novia que me robó a los diecisiete.

Pues bien, un día Gustavo decide llegar a su casa a las cuatro de la tarde, tres horas antes de lo acostumbrado. Si se encuentra a su mujer en el cuarto de estar haciendo ganchillo es que le es fiel. Si se la encuentra en el dormitorio trajinándose al lechero, ya puede ir buscándose un buen abogado matrimonialista.

Supongamos que llegue y se la encuentre en plena jodienda, ¿tiene la madre de todas las causas para iniciar un proceso de divorcio y ganarlo? En un mundo newtoniano, la tendría, pero resulta que nos movemos en un universo cuántico. Su mujer puede responderle: “La culpa de que te haya puesto los cuernos la tienes tú con tu afán de descubrir si te los ponía. Antes de abrir esa puerta, yo me movía en un campo de probabilidades y en alguna de ellas te era fiel. Abriste esa puerta y provocaste que las posibilidades colapsaran en una, que ha resultado ser aquélla en la que te soy infiel.” Como en el proceso de divorcio a Gustavo le toque un juez aficionado a la física recreativa, lo lleva crudo.

Entonces, ¿debería Gustavo sentirse más satisfecho si se hubiera encontrado a su mujer en el cuarto de estar haciendo ganchillo? Pues tampoco, porque antes de que abriera la puerta su mujer estaba en un campo de probabilidades en el que en varias de ellas se lo estaba pasando estupendo con el lechero. Si en base a esto le pidiera el divorcio, lo tendría crudo hasta con un juez de letras.

Lo peor es que aún sabiendo que su mujer le ha puesto los cuernos, habrá extremos que Gustavo nunca llegará a conocer debido al principio de incertidumbre de Heisenberg. Heisenberg demostró que cuanto más precisa sea nuestra medida de la velocidad de un átomo, menos sabremos sobre su posición y viceversa. Si Gustavo llega a descubrir que echaron tres polvos más un gatillazo, en contrapartida no llegará a saber si los echaron encima de la cama, debajo, o dentro del armario. ¿Cómo se lo explica a un juez de letras? “Su señoría, tengo la absoluta certeza de que echaron tres polvos, pero no puedo decirle dónde.”

La física cuántica plantea enigmas todavía más curiosos. A Schrödinger se le ocurrió otro experimento mental todavía más impactante con un gato. Ignoro porque cogió algo tan aburrido para su experimento como un gato y no a una adúltera. Desconocemos si Schrödinger tenía gato, pero sí que nos consta que tenía amante. De hecho una intuición que tuvo sobre la ecuación de onda, se le ocurrió durante una escapada con su amante en 1925. Nunca un polvo adulterino ha estado mejor aprovechado.

El experimento mental de Schrödiger consiste en lo siguiente: imaginémonos dos cajas. En una de ellas hay un contador geiger que se dispara si registra la entrada de un átomo. Al dispararse pone en marcha un dispositivo que destapa una cápsula de cianuro y mata al gato que hemos colocado dentro de la caja. Ocho horas después de haber metido al gato, abrimos la caja y comprobamos lo que ha pasado. Antes de que lo hiciéramos el gato estaba en un campo de probabilidades en el que estaba vivo y muerto a la vez. En el momento que abramos la caja, colapsaremos las probabilidades el átomo y determinaremos si pasó por la caja del gato o por la que estaba vacía. Es el mismo experimento que Gustavo realizó con su mujer, pero reflexionando sobre él, descubrimos algo muy extraño.

Cuando abramos la caja descubriremos o bien un gato con rigor mortis o bien un gato con hambre y sed de ocho horas. Pero la física cuántica nos dice que las probabilidades no colapsaron en una hasta que no hubimos abierto la caja y observado su interior. O sea, que nuestra observación ha tenido efectos hacia atrás en el tiempo, porque lo que encontramos no es un gato recién muerto o recién comido, sino uno que llevaba ocho horas allí ya fuera muerto o vivo. ¡Qué responsabilidad la de Gustavo! Su observación no sólo determinará si su mujer es adúltera, sino que también determinará todo lo que ha ocurrido en esa tarde de pasión. Yo que tú, Gustavo, no realizaba el experimento y me quedaba trabajando hasta las siete.

Pero no todo son malas noticias con la física cuántica. Hay otro experimento. Imaginémonos a un átomo excitado porque ha visto a una átoma en minifalda. En algunos de estos estados, el átomo libera dos fotones. Ambos viajan en direcciones opuestas y siempre comparten la misma polarización, vertical u horizontal. Imaginémonos que Gustavo se coloca en el punto A a 500 metros del átomo y su mujer y el lechero a 1.000 metros del átomo. Siempre que Gustavo detecte en A polarización vertical, su mujer y el lechero detectarán en B polarización vertical y se darán un beso a tornillo. Lo mismo ocurre con la polarización horizontal. La física cuántica dice que ninguna propiedad existe antes de ser observada. Por consiguiente, la polarización del fotón de Gustavo no existía hasta que éste no la hubo observado. Lo sorprendente es que automáticamente, violando la ley de relatividad que dice que nada puede viajar más rápido que la luz, la información de cuál es la polarización del fotón de Gustavo es recibida por el fotón de los adúlteros, que exhibirá dicha polarización cuando pase por B. Los fotones fueron creados con una polarización idéntica, pero no con una polarización particular. Ésta no la adquirieron en tanto Gustavo no los hubo observado.

La explicación de este fenómeno es que cualquier par de objetos que haya interaccionado una vez queda enlazado para siempre. El comportamiento de uno influirá instantáneamente sobre el otro y sobre todo lo que esté entrelazado con ambos. Buenas noticias, Gustavo. Esto significa que cada vez que tu mujer esté teniendo un orgasmo con el lechero, tú también lo estarás teniendo.

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Me voy a ir unos dias de viaje. Nos volvemos a ver el 11 de noviembre.

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