La Flor en el cajón.

Publicado el 02 diciembre 2011 por Marga @MdCala

Para ser más exactos, La Flor contada en el cajón. Es un decir, puesto que ahora los libros se guardan -además de en el Registro- en el disco duro del ordenador y en otro aparte de seguridad, más que en ningún papel impreso. Pero creo que queda clara la idea y es que mi segundo libro permanecerá inédito de momento. He podido publicarlo, pero la editorial exigía un precio final de salida que yo no hubiera podido (ni querido) vender a mis lectores. Yo misma no compro ningún libro que se sitúe por encima de los 18.- euros, por una cuestión de principios, de modo que no me siento capaz de exigir tal desembolso (hubiera sido superior incluso) a quienes me han acompañado y apoyado desde el principio… que son las personas con las que cuento de forma segura y no otras.

Así las cosas, La Flor reposará un tiempo más en el cajón de la virtualidad hasta que encuentre la editorial con el justo sentido común que una época de crisis como ésta requiere. Mientras tanto, no quiero dejar pasar esta entrada sin mencionar algunas anécdotas dignas de libro aparte…

-Existen empresas dedicadas al libro que exigen al autor un desembolso de hasta 4.000.- euros. Lo llaman coedición. Creo que sobran más comentarios.

-Existen empresas dedicadas al libro que apuestan por los escritores noveles, siempre y cuando éstos acepten sus condiciones, que van desde exigirte la venta -en el mismo acto de presentación- de un elevado número de ejemplares (o te los llevas puestos), hasta la petición de directrices por tu parte sobre el marketing a seguir, aludiendo a tu anonimato en el mundo social. He dicho social, que no literario. No te dicen que el libro no sea publicable, bien al contrario. Te dicen -en bonitas palabras- que eres una desconocida y que ése es el principal inconveniente.

-Existen empresas dedicadas al libro que te envían textos increíbles de rechazo. En este caso concreto, se trata de una editorial de renombre, y ni siquiera han sabido expresarse con corrección.  Transcribo literalmente:

“Estimados amigos, por motivos ajenos a nuestra voluntad, cerraremos temporalemte el Departamento de Lectura, por tanto, los manuscritos que hayáis enviado a partir de este momento no podrán ser evaluados. Aquellos manuscritos enviados en fechas anteriores serán evaluados y la decisión será comunicada a sus autores.”

-Y por último -que recuerde- están las empresas  para nuevos escritores cuyo negocio consiste en la autoedición del vanidoso plumilla, que no importe de correr con todos los gastos. Éstas tienen a bien la celebración de cíclicos certámenes recogidos en antologías, perfectamente estudiadas para la venta a esos mismos concursantes y sus familias. Si no adquieres un ejemplar cuando te seleccionan, quedas apartado de ser nuevamente elegido “antológico” en futuros concursos y ¡no se te ocurra la queja! o serás tachado de “mal perdedor” y “escritor desagradecido”… Como veréis, todas las piezas encajan a la perfección.

En resumidas cuentas y empresas dedicadas al libro y al negocio aparte, una EDITORIAL es aquella firma que apuesta por un autor (con fama previa o sin ella) e invierte su dinero en él, corriendo con el riesgo que su instinto (el de su departamento de valoración y crítica) le recomienda para conseguir un éxito conjunto, y no los sucedáneos que ahora mismo proliferan. Por ello mismo, La Flor seguirá hibernando en un cajón, soñando con una época del año menos fría y apática, en la que pueda abrirse, lucirse, contarse, disfrutarse y sentirse orgullosa de su lealtad a sí misma, a su autora y a sus amigos.

¡Ojú!