Ella es la “fresa” y comparte apellido con el fallecido dictador cubano, Fidel.
El autoproclamarse “fresa” ya deja mucho que decir, sin mencionar la inseguridad implícita y el sentido de superioridad explícito en el apodo.
Y nada más alejado de la realidad, pues de pendejos a nadie nos baja y a la menor provocación, se quiere madrear a medio mundo, aunque de las ganas y las palabras no trasciende. Llegó hace ya algunos años, con su caja de huevo “san juan” y la cara de mustia bien lavada como bandera de paz.
Total falta de carácter, seguridad y personalidad propia, se fue haciendo a imagen y semejanza del “freak” que fuera en ese momento su “jefe”, copiando desde el estilo de redacción de esos correos electrónicos tan pretenciosos, hasta las muletillas al hablar; ese molesto “!Por favor!” que antecede a cualquier frase y te taladra el buen gusto.
Ahora, con nueva “jefa”, comenzó a tomar todo lo negativo del nuevo ente nefasto, convirtiéndose en una versión “mejorada” para solo ir desapareciendo lo poco de esencia propia y dar paso a una deformada personalidad moldeada por imitación.
Con léxico de camionero en drogas, se dirige hacia las personas que simplemente no le caen bien, obviamente a sus espaldas y espetando finuras propias de una “fresa”, va por la vida mendingando aprobación.
Ella es la “fresa”.