Es maravilloso mirar a un grupo de personas manifestar su cariño por otros sin ponerse de acuerdo en su manifestación, sino que motivados por el Espíritu de Dios expresar de forma espontánea su afecto, cariño y porque no decirlo aprecio hacia un semejante que piensan que lo lograra.
Como humanos que somos tendemos simplemente a mirar los defectos o equivocaciones de las personas pasando por alto las virtudes, cualidades positivas y aun los dones que las personas por gracia de Dios poseen.
Esta actitud humana de critica constante es la que nos enferma y nos hace adictos a la aprobación de los demás, al punto de que en un momento dado llegamos a sentirnos prisioneros de ellos y somos anulados en la espontaneidad, creatividad y porque no decirlo aun perder nuestra identidad.
Es por esta razón que impacta mi vida el observar a personas que tienen la capacidad de aceptar a sus semejantes, que aunque quizás no se conducen como ellos, o piensan igual, o simplemente son diferentes; esto no impide la palabra amorosa, los buenos deseos, y la motivación para continuar hacia grandes éxitos.
La verdad estas personas que pasan por encima todo lo negativo de su prójimo, que dejan de mirar las imperfecciones y se centran en las virtudes de los demás, yo diría que tienen el don de la generosidad, del amor y del respeto humano. Por eso creo tienen la imagen de nuestro Padre Celestial, El cual no nos ama más por obras que realicemos, ni nos ama menos por los errores que cometamos. Él no tiene sombra de variación, su generosidad se manifiesta en su amor constante por todos nosotros.