Cuando voy por la calle tengo que comprobar algo que ya es inexorable: la gente no mira a nadie, todos muestran un rostro uraño que denota el estar sumidos en un mundo muy personal. No veo emoción ni sentimiento y me parece inquietante porque da la impresión de que nos hemos vaciado de todo lo que comporta la espiritualidad o para que sea más claro: estamos lleno de vacío. Tal vez nos falte lo positivo que llena al ser humano.
Camino por las calles de mi ciudad y capto agresividad en los gestos, en las acciones y hasta en los contactos que la sociedad lleva a cabo. Me parece que nos perdemos en un camino en el que parece prohibido el seguir siendo humano. Si saludo a un desconocido simplemente porque paso a su lado y deseo ser educada no me responde, tampoco me mira, sigue su andar desquiciado y totalmente deconectado de su entorno.
No sé si todo esto da miedo o hay que tomarlo como algo normal y acorde a la época en que vivimos. Posiblemente ambas cosas se puedan dar por correctas y aún asi lo considero descabellado.
La gente se aleja entre si. Un abismo nos separa, poco nos une .
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