La gramática del amor

La gramática del amor
de Rocío Carmona
Había una razón muy simple que me mantenía alejada de este libro. Una razón llamada spoilers. Me encantan los libros que tratan sobre literatura, que hablan sobre ella con cariño. ¿Literatura sobre literatura? El paraíso: descubrir nuevas historias, nuevos libros, nuevos autores. Pero cuando destripan el final o el interés de la historia... Bf. Mal. Por eso no me llamaba muchísimo este libro, aunque me lo hubieran recomendado miles de veces. No quería conocer todos los detalles de los muchos libros que se mencionan y sabía que cuentan más de lo que deberían. Sin embargo, me llamaba suficiente como para darle una oportunidad cuando cayó en mis manos.

Después de la separación de sus padres, Irene ingresa en un internado del sur de Inglaterra, situado junto a un acantilado. Allí vivirá con mucho dolor su primer desengaño amoroso, a la vez  que ganará un inesperado mentor: Peter Hugues, el profesor más estricto de la escuela, muy atractivo, que se ofrece a enseñarle la «gramática del amor» mediante el estudio de siete grandes novelas del  género. Cada miércoles, Irene comentará la lectura de la semana; así, completará siete novelas de autores clásicos, como Goethe y Jane Austen y modernos, como Garcia Márquez y Murakami, de las que  sacará lecciones vitales sobre el amor.  Mientras la alumna se enamora poco a poco de su distante profesor, un silencioso  pretendiente aspira secretamente a su corazón. Pero antes de tomar una decisión, Irene deberá aprender los siete secretos de la  gramática del amor.  

La gramática del amor me ha dejado un sabor agridulce. Por una parte, el tema de los spoilers no es tan grave como pensaba. Sí, los hay, pero creo que son cositas que con el tiempo se olvidan (más o menos). Aun así, creo que sobra hablar tan extensamente de las novelas, porque le resta magia si aún no las has leído. Y ver que de repente el Darcy de Orgullo y prejuicio se llama Mark, como en El diario de Bridget Jones, en lugar de Fitzwilliam... Desconcierta. Pese a eso, las recomendaciones son geniales y consigue que a uno le den ganas de leerlas también. Lo que más me ha gustado, desde luego, han sido las reflexiones sobre el amor que la protagonista hace  tras leer cada novela.
Y ya que estamos con la protagonista. Pesada. Oh. Qué estrés. No suelen caerme mal los personajes, porque en general, aunque su carácter pueda no gustarme, entiendo por qué son como son. Pero es que Irene no tiene ni pies ni cabeza. Sobre todo cabeza. Va de aquí para allá, sobre todo sentimentalmente hablando, y no se aclara nunca. Y aunque uno esté confuso, sus acciones tienen una lógica. No he encontrado lógica en el comportamiento de Irene. No he encontrado lógica en el personaje.
Además, la narración no ayuda, porque en muchos momentos no hace más que repetir lo que el lector está viendo a través de los diálogos. Es decir, se presenta un diálogo o una imagen concreta y el lector entiende lo que está pasando. Pero aun así, al siguiente párrafo el narrador repite otra vez la idea. Me ha provocado una sensación extraña, estar leyendo dos veces la misma idea vestida de dos formas diferentes.
Por todo esto puedo decir que la novela me ha decepcionado, aunque es comprensible encontrar este tipo de fallos en una primera novela. De hecho, en El corazón de Hannah, la segunda novela de Rocío Carmona, no me he encontrado con esto en ningún momento. Supongo que tras leer este segundo libro y teniendo en cuenta las críticas que había leído de La gramática del amor, esperaba otra cosa distinta.
Sin embargo, la sensación con la que me quedo es positiva, porque Irene logra hacer unas reflexiones maduras e interesantes sobre lo que es el amor, lo que se espera de él y lo que en realidad aporta. Se adivina en sus palabras una gran inteligencia emocional por parte de la autora y ese es un punto que, si bien no borra lo anterior, mejora la opinión general de la novela.
Historia: Personajes:  Estilo: 
Ritmo:  Opinión: 6,5/10