Revista Diario
Es probable que el título del post os desconcierte un poco, por lo que pasaré a explicaros su verdadero significado, aunque seguro que más de uno lo ha pillado a la primera. Antes de empezar os haré una pregunta, ¿qué relación puede tener una gran familia con 5 millones y pico?
Si todavía no lo habéis conectado, aclararé que esa gran familia se compone de más de 5 millones de personas, que tienen como principal nexo el estar desempleadas. ¿La novedad? Que desde hace unos minutos formo parte de esa gran familia.
La noticia la recibí hace semana y pico. Siendo sincera, no me pilló del todo desprevenida, se veía venir. La actividad económica en la empresa estaba decayendo peligrosamente, y a pesar de que seguía teniendo tareas que desarrollar, no entraban -ni entran- ingresos, por lo que es insostenible mi permanencia en la empresa.
Tras más de 5 años en el mismo trabajo, aparezco en un mundo laboral complicado, perturbado y sobrecargado, siendo una virgen en lo que a búsqueda de empleo, entrega de currículums y entrevistas de trabajo se refiere. Por primera vez he tenido la necesidad, de actualizar el currículum y completarlo, pues nunca antes he tenido que entregar uno.
No cuento con mucha experiencia profesional, sólo con una temporada de verano en Noja hace 9 años, y más de 5 años en mi, ahora, ex-trabajo. Viéndolo me da la sensación de que no he hecho gran cosa, que no cuento con una gran experiencia laboral, aunque mirándolo por otro lado, tengo 25 años, y he pasado los últimos 5 en la misma empresa, supongo que en el fondo soy una privilegiada.
Como os contaba, hace semana y pico me dieron la noticia. A partir de ese momento, me quedaban 4 días de trabajo, y más de una semana de vacaciones. No quise dilatar más la despedida de mi puesto de trabajo, por lo que, al ofrecerme dejar de ir un día antes del comienzo de mis vacaciones, acepté. Terminé diversas tareas, dí varias instrucciones, y dos días después recogí mis cosas -hay que ver la de mierda que he acumulado en 5 años...-.
Hoy han acabado mis vacaciones, y por lo tanto, mi permanencia en la empresa. Haré algún trabajo freelance cuando me lo soliciten, aunque este sea pagado con un importe muy inferior de lo que el trabajo merezca, aunque menos es nada... Ahora toca plantearme el futuro.
Antes de despedirme solicité una carta de recomendación a mi jefe. Como era de esperar aceptó, pero ante su desconocimiento sobre su elaboración, me dijo que se lo comentara a mi ex-compañera, para que fuera ella quien se encargara. Tras hablar con ella, su respuesta fue que no tenía ni idea de hacer cartas de recomendación, que lo mejor sería que la redactara yo, y que se la enviara para que la firmara mi jefe. Ante tal situación no puedo más que reírme, y no saber si soy desgraciada por tener que recomendarme a mí misma, o afortunada por poder hacerlo. De cualquier modo, tras intensas investigaciones, comeduras de cabeza, bloqueos creativos y varias opiniones externas, ayer pude finalizarla con éxito.
Aprovechando la ocasión de tener que redactar mi propia carta de recomendación, actualicé el currículum -la última edición era de 2009-, lo que no sé es si habré conseguido que éste sea atractivo para futuros empleadores. Eso está por ver.
Una más llega a la gran familia, una más entre más de 5 millones, durante cuanto sólo lo dirá el tiempo.
Próxima parada, oficina del ECYL de Plaza Poniente...