Revista Literatura
La guerra de las galaxias
Publicado el 09 abril 2010 por BlancamiosiEn estas pasadas semanas he visto los seis episodios de La guerra de las galaxias. Sí, así como lo leen. Y como en alguna oportunidad he dicho, no soy muy aficionada al tipo de películas de ciencia ficción en donde prevalecen los combates en unas naves casi milagrosas, porque pueden maniobrar en sitios imposibles; pero mi hijo, aficionado a este tipo de películas me las trajo y yo empecé a verlas una a una. Como saben, los episodios 1, 2 y 3, fueron filmados con posterioridad. George Lucas empezó por el episodio cuatro. Algo que suele usarse en literatura, algunas veces empezamos a escribir por el final y a medida que avanza la trama insertamos partes del pasado. Si se hace bien, se logra una novela completa, que va tapando huecos y redondeando los acontecimientos.
Al terminar el sexto episodio, pude comprobar una vez más que el ingrediente de éxito de cualquier historia consiste en la eterna lucha del bien contra el mal. Lo vemos en el cine, en la televisión, en las telenovelas, en los cuentos, y por supuesto, en las novelas exitosas. Darth Vader, el maestro Jedi que cuando es un niño roba nuestro corazón, de adulto se convierte en el odiado personaje que representa el mal, pero tras él existe una figura más maléfica aún: Tarkin, que no es otro que el emperador de la zona oscura; un hombre caracterizado por la fealdad, la manipulación y el poder, mucho poder. El joven Luke Skywalker, hijo de Darth Vader, enfrenta en una lucha terminal a su padre y logra vencerlo pero se abstiene de acabar con su vida. Y en un momento emocionante, el padre, al ver que el emperador matará a su hijo, reacciona y acaba con el siniestro personaje. Padre e hijo al final se funden en un abrazo y la película deja la sensación de que todo termina como debe ser. Esta satisfacción íntima, en la que la certeza de que se actuó bien, prevalece, es la que nos acompaña y que nos hará recordarla como una gran saga. Ese: «que la fuerza te acompañe» es muy poderoso. Se mete en nuestro subconsciente y nos hace pensar que existe algo más allá de lo que podemos ver a simple vista. La creencia tribal de un dios se dispara y nos deja al desnudo, pues trasladamos nuestras convicciones a los valores de una película, y por tanto nos libera de nuestros pudores.
George Lucas es un director-productor revolucionario. Se arriesgó con la primera trilogía de La guerra de las galaxias en 1977 cuando los demás estudios la habían rechazado, y años después, a partir de 1999 empezó con la segunda trilogía. Una fórmula que le ha dado excelentes resultados.
La guerra de las galaxias me ha demostrado a lo largo de las semanas que pasé viendo los seis episodios, que el ser humano es ante todo romántico. Lucha por la verdad y la justicia, aunque todo lo que ocurra en el mundo indique lo contrario. Como ya he mencionado, estoy de lleno en mi nueva novela, y aunque el tema de lo que estoy escribiendo sea diferente, hay partes que realmente me han inspirado. ¡Gracias, hijo, por insistir! Ahora podré pasar horas hablando con él de La guerra de las galaxias, espero que esto no me reste fuerzas para continuar con mi novela. Empecé el 18 de enero, y voy por la página 124, en folio A4 a espacio simple.
B. Miosi