Muy bien adornado -con todas sus pilchas de rey de reyes chiquitos- subió nuestro caudillo al estrado, con esa estampa de querer vender su charque de gente humilde. “Aquí huele a cinismo” parece que dijo para sus adentros, sabiendo que horas antes Barack Obama había ofrecido un discurso que conmovió hasta las butacas de la Asamblea: lugares comunes como la paz mundial, libertad, democracia y justicia. Lo que fue y siempre será, la diplomacia de la hipocresía en su máxima expresión. El resto es paseo. Después de todo, visitar Nueva York es siempre una experiencia maravillosa para cualquier anónimo metido a funcionario.
Como pez en el agua, Evo sabe utilizar muy bien la retórica de la acusación, oficio bien aprendido en su larga trayectoria sindical, donde no sabía hacer otra cosa que encabezar marchas y señalar el dedo acusador a los gobiernos de turno. En consecuencia, no le tembló la lengua para disparar otra vez sus dardos contra el gobierno norteamericano, acusándolo de ser el principal causante de todas las desgracias mundiales, por poco hasta de las catástrofes naturales y peleas conyugales. "Yo he visto, perdón la expresión, mucho cinismo de Obama... habla de la justicia, pero es el primer gobierno que trae injusticias al mundo, habla de la paz y es el primer presidente de gobierno que interviene militarmente a los países. ¿Con intervenciones, qué paz va a haber?", arremetió con indignada voz y brazo en alto, marca de la casa, mientras tomaba aire para continuar con su larga perorata que más bien originaba indiferencia entre los delegados que, languidecían entre suspiros y bostezos, a la par que unos cuantos aliados aplaudían a rabiar. La ONU y sus quichicientas asambleas, preparadas para justificar el presupuesto y dar un espectáculo triste y monótono de politiquería a todo el planeta. Al final de cuentas, solo unos cuantos poderosos toman decisiones. Los demás van a figurar y engrosar la comparsa. ¿Qué beneficio significó para Bolivia el viaje oneroso de su pequeño emperador y su séquito? … ah, que todos hablan de Bolivia, gracias al hermano presidente, y eso no tiene precio.
Aprovechó al máximo sus minutos de gloria para seguir acusando a Obama de cuanto delito se le viniera a la cabeza, sugiriendo que había mandado a secuestrar a su persona y a su hermano del alma y compañero de lucha, el ornitólogo Maduro, especialista en pajarear por China y otros sitios exóticos mientras la patria venezolana se va a pique. "La piratería aérea sigue vigente no solamente con Evo Morales sino también con Maduro” aseveró con firmeza, originando casi un terremoto en toda la sala de mármoles verdes. En consecuencia, gracias a su preclara y oportuna intervención, el mundo se dio cuenta de que Obama es un pirata, un peligroso continuador de la política de saqueo de las riquezas de otros países, además de “creerse dueño del mundo” como acababa de rematar nuestro enviado de la Pachamama en un arrebato de atronadora lucidez.
Entrometidos yanquis que nos vigilan hasta la sopa que tomamos, en un afán de controlarlo todo como si fueran los policías del mundo. ¿Con qué moral hablan de justicia, derechos humanos, y libertad si ellos son los primeros en atropellarlos? se oye todo el rato hasta en las cantinas. Asunto más trillado que la paja de una era. Ya Bolívar, había advertido dos siglos atrás que los norteamericanos tenían afanes imperialistas y que, mediante la voz del nuevo líder rebelde, acabamos de redescubrir. Gracias a Evo por liberarnos políticamente de las garras del monstruo. ¡Cuánta virilidad, congruencia y valentía por decir las cosas como son! escribía un internauta emocionado. Una lección de humanismo que se estudiará en las escuelas por generaciones. ¡Salve Evo, por devolvernos la dignidad y libertad arrebatadas!
Foto: La Razón