Revista Diario

La guerra en las ondas

Publicado el 07 noviembre 2013 por Evamric2012
LA GUERRA EN LAS ONDASMañana en la Radio en Colectivo, Nicolás Jarque (microrrelatista y amigo que tiene un blog que de no conocer, ya tardáis) y su gente dedicarán el programa a  “la guerra” En esta ocasión me propuso colaborar con un relato. Y por supuesto acepté. Le agradezco muchísimo que me lleve de nuevo a casa a través de la escritura.  Participaré, con este  relato que os dejo aquí , junto a otros que no tendrán el mismo escenario, pero estarán basados   sobre la misma temática, y  que de interesaros, podréis escuchar ya sea en directo a las 20h en http://www.mislataradio.com y/o al día siguiente en radioencolectivo.blogspot.comDe nuevo te agradezco, Nico,  que hayas pensado en mí, y me dejes volar por las ondas hasta casa de nuevo.Un beso.                                             VENGANZA

Ayer hubo saca, y se llevaron a Justo y a diez más, entre ellos a mí. Los fusilaron  a todos, pero no me mataron.Pensé que estaba muerto. Sólo ese líquido caliente que chorreaba por mis muslos y las risotadas del Sargento Sotomayor me devolvieron al mundo de los vivos con la esperanza de saberme muerto.

En ese segundo en el que me besó la muerte,  sólo pude pensar en usted, madre. En el sufrimiento que le estoy haciendo padecer. Cuando la veo salir corriendo y cargada de esperanza intentando convencer a la gente del pueblo para que cambien sus testimonios siento gran tristeza, al pensarla rebajarse ante los que ahora llevan las riendas. Usted  cree que son cosas de Dios y del destino, pero si estoy condenado a muerte es porque  los hombres y su falsa justicia no nos han dado la oportunidad de defendernos.  Usted no sabe, madre, que estamos hacinados como alimañas, que nos divertimos contándonos los piojos y dándoles los nombres de nuestros verdugos.  Yo sé que me disparará el Tuerto para acabar de reventarme por dentro con varios disparos. El muy chapucero me la tiene jurada. Esta noche sé que me llevarán a capilla, y me darán la última oportunidad de escribirle.A pesar de acostarse con mi compañera, y en casa de usted, madre, aprovechando mi encierro,  de haberme denunciado y de echarme los perros para que me despedazaran a dentelladas tras haberme dado por muerto en aquel bosque donde nos refugiábamos,  si sobreviví ha sido sólo para escribirle esto:“Mi sangre roja, también corre por tus venas, Caín”.                                                      



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