He roto aquella promesa por motivos familiares y me he encontrado con más de lo mismo... viviendas apuntaladas, edificios en ruina, acoso y derribo del turista bajo el grito de guerra de "amigo, amigo", el timojito de los locales famosos y una tristeza en los rostros, una vez te adentras más allá del mundo reservado al turista, que encoje el corazón. Esta vez además, y víctimas del hotel en el que nos alojamos, vi de cerca el turismo sexual y el asco fue infinito. Por supuesto en casa, en Dominicana, esto es igual o peor, por lo que el asco es el mismo, es sólo que aquí en RD lo veo como local y allí, en Cuba, lo viví como visitante.
Sesenta años de revolución que han traído, por lo menos a la gran ciudad, el desastre más absoluto lo mires por donde mires, y sin embargo no todo está perdido. El último domingo antes de regresar a casa pasamos por el malecón y la alegría fue inmensa. Cientos de jóvenes se congregaban en la esquina del Malecón con el Paseo Martí haciendo gala de una apertura que no veo como se pueda contener. Cientos de jóvenes de todas las tribus urbanas, desenfadados, atrevidos, savia nueva para un país con tanta proyección que asusta y que poco a poco se irá liberando del yugo de la puta bota dictatorial.
Aquí os dejo unas fotos por si os apetece echarles un vistazo -> Link álbum de FB