Revista Literatura

La herida de todos.

Publicado el 19 abril 2012 por Marga @MdCala

 

Ayer estaba furiosa. Sigo sin poder con las injusticias, del color y clase que sean. Y ayer estaba furiosa por ese tremendo sinsentido que supone matar a la mujer con la que un día te casaste enamorado. Porque eso vamos a darlo por supuesto, claro…

 

El maltrato, que en el libro de cuentos que es “La Flor contada” se refleja en dos relatos, me supera. Me indigna tanto que siento que es a mí a quien lo infligen, estando yo -realmente- en su lado opuesto. Ayer tuve conocimiento detallado del penúltimo episodio de maltrato machista en Sevilla. Me tocó más dentro por ser una persona de nuestro entorno más o menos cercano. Un amigo nuestro tuvo que ir a ese entierro, a ese duelo en el que todos los cabos estaban sueltos, y la incompetencia de las distintas instancias que debían dirigir la despedida, era total y manifiesta. Uno de esos cabos, ya sin importancia, era el famoso y propagandístico 016: el teléfono contra la violencia de género.

La herida de todos.

 

La hermana de esta triste víctima, que lo fue durante todo su penoso matrimonio, llamó en dos ocasiones -durante dos ataques anteriores- a ese teléfono protector. Nos instan desde todos los medios posibles a que lo hagamos si somos testigos de un maltrato, de un abuso. Nos convencen de que salvaremos una vida si nos atrevemos a implicarnos, con el riesgo que eso conlleva. Nos apremian a que nos mojemos, a que demos el paso, a que nos enfrentemos incluso con la asustada y amenazada víctima, porque es seguro que ésta no se atreve… Pues bien: no sirve de nada. La hermana de esta triste víctima llamó desesperada por dos veces, en dos escenas de maltrato previo que ya avisaban del desgraciado final, y por dos veces la negaron, informándole de que tenía que ser la propia víctima quien denunciara los hechos. De nada valía su testimonio, ni su angustioso grito de socorro. De nada valía nada. Si yo fuera esa mujer, testigo directo, el inútil 016 me escucharía ahora bien claro, así como quien tuviera la responsabilidad sobre la desatención.

 

Yo no puedo hacer gran cosa, lamentablemente. Pero desde este humilde espacio, quiero manifestar mi repulsa, mi asco y mi vergüenza ante los maltratadores, esos machistas malnacidos que utilizan a sus mujeres como blanco divertido de sus puyas, sus chistes y sus complejos; ante las funcionarias del 016, que no sé  a qué dedican su tiempo, pues no creo que una víctima de maltrato pueda nunca llamar mientras la están matando a golpes; ante los responsables del Gobierno y Ayuntamiento que se limitan a posar bien tiesos para la foto, cada vez que cae una mujer por su ineficacia y desprotección, y ante toda esa sociedad que calla y mira para otro lado cuando una mujer es muerta a manos de su querido esposo… Ése que la obliga a darle la mano por la calle para que nadie sospeche de sus perversos planes, y al cuál le importa una mierda sus propios hijos.

 

Ayer estaba furiosa y ni siquiera acertaba a escribir esta entrada. Hoy, más tranquila pero igualmente indignada, lo hago y espero contribuir con su difusión a que no haya ni una sola víctima de maltrato más, a causa de la inoperancia de un teléfono como el 016 que tan profusamente se nos vendió como salvador social.

 

Si alguna vez tengo que llamar a ese número para ayudar a otra mujer, más les vale que atiendan mi denuncia y actúen. Quede aquí mi toque de atención a ese equipo de quince mujeres, cinco de ellas abogadas, que parece volver la cara a la realidad. La realidad de las víctimas golpeadas y anuladas, que ni siquiera son capaces de descolgar un maldito teléfono de ayuda…

 


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