La historia

Liena caminaba por el puente de NY, recordando la lejana patria enferma de hipocresía y envidia que, sin embargo, en el fondo añoraba.
Al otro lado del sol, en algún parque, sobre un cada vez más moribundo otoño, Axel admiraba los rozagantes anturios, cuando oyó el teléfono. Risas van, llantos vienen, hablaron con hambre y premura, como si se les acabara el mundo que acababa de empezar.
Unas horas más tarde una videollamada encendió definitivamente la pradera. No se dieron cuenta que una fatal encrucijada los estaba emboscando. En medio de la confusión se bebieron sorbo a sorbo, mientras las esquirlas de ambos pasados rasgaban sus gargantas hasta sangrar. En realidad podría decirse que se mataban. Y es que, demasiada pasión puede muy bien disfrazar la ruina.
Aún ahora, se dice que pueden ver los escasos fragmentos de su historia, que sin pausa vagan en el espacio.
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