Su historia, la historia de el, la de ambos.
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Había sido un corto viaje desde Inglaterra.
Dos mundos distintos. Dos culturas.
Una definitivamente llena de colores, esperanzas y Dios siempre en medio.
La otra llena de libertad, nostalgia y Dios siempre en medio.
Volaron a una tierra neutral para dar paso a nuevas historias.
Iniciaron escribiendo fantasías de niños.
Con unas cuantas vueltas al reloj, terminando la decada, la segunda batalla triunfal tocó la puerta de este planeta.
{ Penelope hace una pausa para recaudar palabras de una historia que conoce poco pero le apasiona}
Era rubio.
Pequeño y dulce.
Su madre, con amor, lo tomaba en sus brazos y sin saber como ni cuando, es el quien tiene la fuerza ahora.
Inquieto, siempre lo ha sido.
Lleno de luces y futuro, con la facilidad para los números y malo en las ciencias.
Incompleto sin su marcapaso natural, con las virtudes de un soldado sin más armas que sus abrazos.
Con la:
-facilidad para hacer reir y sonreir
-facilidad para hacer llorar sin hacer sufrir
-facilidad para mirar lo profundo y revolcar lo inesperado
-facilidad para hablar sin utilizar palabras.
------todo esto al mismo tiempo.
No está seguro de donde estará su tren mañana.
Pero con la certeza de que estará a su lado.
(Penelope suspira y sabe que no eligió las palabras adecuadas pero ya es tarde y debe correr a la estación)
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Penelope a veces le preguntaba a Dios si algún día llegaría.
El escuchaba atento. El guardaba silencio.
Un día, sin previo aviso, su milagro llegó.
Unos años despues, sin previo aviso, ella lo conoció.
Ellos tiene algo claro.
Llegaron a esta ruta para quedarse.Crear historia...la de ambos.
“…Dios por su lado, tenía pensado Su plan perfecto.
Inventarte en Su fábrica mientras yo esperaba entre tantas flores…”
P.D. A los 22 años siempre hay algo nuevo por descubrir, aprender, vivir, soñar, jugar, inventar y celebrar.