Al día siguiente llegue muy pronto a la parada del autobús, tenía muchas ganas de volver a ver a esa chica, cuando llegue ella ya estaba allí, me senté junto a ella y la saludé, ella me miró con cara triste, me devolvió el saludo pero enseguida bajo la cabeza.
Yo me dirigí a ella y sin pensarlo dos veces le brinde mi ayuda, no sabía que podía hacer, pero dentro de mi algo me impulsaba a ayudar a esa chica.
Sin levantar la cabeza, se puso a llorar y lo único que me dijo fue que era muy tarde para poder arreglar nada.
Yo no sabía cómo encarar la cuestión para que ella me contara lo que le pasaba, pero salió de forma natural, me miro y empezó a contarme cosas.
Tan solo tenía 17 años, estaba embrazada de su novio, pero sus padres no lo sabían y no se atrevía a decirles nada, ya que eran muy estrictos.
Se le veía muy asustada, yo intente darle ánimos, le dije que tener un hijo debía de ser lo más bonito del mundo.
Ella quería tenerlo pero era muy joven y sus padre no lo iban aceptar, me dijo que las hermanas eran un ejemplo a seguir, que se habían casado y habían hecho las cosas como sus padres querían. Tenía mucho miedo de perder el apoyo de sus padres y eso le angustia mucho.
Yo entendí muy bien la situación de la chica, le comente que si no se enfrentaba al problema no sabría lo que podía pasar y que seguro que sus padres la iban a comprender, ella me miro y me dijo que gracias por el apoyo , que tenía que hacer algo, iba a contárselo a los padre.
Cuando hablamos de su novio, a ella se le ilumino la cara, decía que no podían estar más enamorados, que era el amor de su vida.
