La historia de Vero & Alicia

Publicado el 10 abril 2014 por Negraflor @NegraFlor_Blog

Después de que hayan pasado los quince días preceptivos desde la última historia de las lectoras que publiqué, hoy vuelvo a la carga con otro testimonio. Esta vez traigo otro testimonio de tándem mamá-hija, igual que ya os conté los testimonios de Fina, Tina o Mayte. Me encanta que las mamás se animen a compartir sus historias de aprendizaje en el blog, porque creo que así animan a otras mamás. Y ya sabéis que me gusta ofrecer testimonios reales y cercanos siempre. Y por eso hoy están Vero y Alicia en el blog.

No conozco a Vero personalmente, pero es una de esas mujeres a las que el blog me ha acercado. Y estaré siempre agradecida de la posibilidad de conocer a mujeres maravillosas que me ofrece este rincón. Y digo mujeres porque los hombres, como tienen tan interiorizado que esto es un “blog para chicas”, no se animan… pero ya vendréis, chicos, ya…

El caso es que a día de hoy, adoro a Vero. Porque además tiene un carácter desenfadado, es divertida, está como una cabra (¡Vero, sabes que es verdad, Vero!) y tiene siempre un buen ánimo que es de lo más contagioso y por eso me encanta.

Peeeero, no voy a seguir dorándole la píldora a Vero, no (aunque, no te creas, eh, se lo gana a pulso cada día), sino que voy a compartir contigo la historia de cómo esta mamá ha empezado a apañarse con la cabecita de su pequeña Alicia, así que vamos allá.

La historia de Vero y Alicia

Siempre me ha encantado el pelo afro. De hecho, cuando supe que estaba embarazada de una niña, me la imaginé con mil peinados y el pelo suelto a loco, como yo lo llamo. ¡Qué mona iba a llevar yo a mi hija siempre! El problema vino cuando, ya desde chiquitita, ese ricito tan cerrado que tenía Alicia y lo mucho que lloraba al peinarla en la bañera me hizo cada vez más resistirme a sus encantos y no saber cuidarlo. Tenía la suerte de que mi amiga Nuria, casada con un nigeriano como yo, había aprendido con su cuñada a trenzar, y de vez en cuando se lo hacía a Alicia para que fuera más o menos peinada. Yo sufría con  el pelo, y además me avergonzaba cada vez que llevaba a la niña al parque y las madres de niños blancos se “metían” conmigo porque no era capaz de hacer “peinaditos” a mi hija…. Me sentía impotente. Está claro que soy poco mañosa o habilidosa, pero también la niña se movía como un diablo y eso me ponía la cosa más difícil. Llegó un día en el que Nuria y yo estábamos en el parque y vimos a una niña mulata super bien peinada. No pudimos resistirnos a preguntarle a su abuela que quién la había peinado tan bien… pues resulta que la mamá de la criatura vivía en Alovera (el pueblo de Nuria y que está al lado del mío), y nos dio su teléfono. En pocos días ya habíamos quedado con ella y empezó a tratar el pelo de Alicia. Eran increíbles los resultados, le echaba tratamientos hidratantes y además la niña salía tan bien peinada que era un gusto sacarla “presentable” a la calle. Claro, todo el mundo pensará que es que es una cosa fácil y no le he puesto demasiado interés. Que es fácil que la niña vaya bien peinada. Pues para mí no. Es que yo ni me paso la plancha ni me aliso el pelo; mi pelo es ondulado y no hago más que dejarlo húmedo tras la ducha y así se queda. No se me dan bien estas cosas. Además, el pelo afro de mi niña no es tan manejable, enseguida se enreda; si no se hidrata bien se rompe…. Menudo suplicio. El tandem madre blanca-hija mulata a veces (muy pocas) no funciona. Y en mi casa hasta hace poco el tema pelo era un tema tabú. Aún recuerdo el día que llevé a la niña a una peluquería de esas infantiles con cochecitos por asiento. La peluquera, con toda su buena intención, hizo todo lo que pudo… pero le hizo el peor corte de la historia. No sabía tratar este pelo. Ahora es otra cosa. Los consejos de Negra Flor me sirven para saber comprender lo que antes para mí era un gran misterio. He intentado hacer los cornrows, pero no me salen… pero me siento feliz llevando a la nena a la pelu. No me cobra nada caro y considero el dinero gastado como una estupenda inversión. Ahora espero que, con  el tiempo y paciencia, todo me sea más fácil. Por ejemplo, he aprendido que en verano lo que mejor le funciona a la nena son las trenzas con extensiones. Cuando se las quito el pelo está en perfectas condiciones después de tanta piscina y sol, y no tengo que liarme con peinados. Lo enjuago después de la pisci y a correr…. Soluciones para dummies como yo

Ésta es la historia de Vero, una historia atípica de una mamá que reconoce, ahora sin tapujos y ya sin sentirse culpable, que no se maneja con el pelo afro de su hija, y sin embargo, ha conseguido encontrar cómo sustituir la poca destreza que (cree que) tiene. En realidad, y ahora que Vero no me lee, te voy a decir que ya se ha animado con el african threading, y que no ha ido tan mal como ella cree. Yo creo que esto es porque ahora está más tranquila, está más relajada… y entiende que no tiene que pasar ningún examen. Que se aprende a fuerza de intentarlo (eh, Vero), sin agobios, sin prisas y sin presiones. Pero aprovecho ahora que no me lee para decírtelo.

¿Qué te parece la historia de Vero? ¿Quieres decirle algo?

Puedes dejar tus mensajes para Vero y Alicia en la sección de comentarios, y me gustaría que compartieras este testimonio en tus redes sociales; tal vez haya en tus círculos otras Vero que anden perdidas y siniténdose culpables por ello, y no saben lo liberador que es deshacerse de ese pensamiento. Tal vez este testimonio las ayude.

Si tú, como ha hecho Vero, quieres compartir tu historia en el blog, envíame un mail a flor@negraflor.com, con el asunto “Historias de las lectoras” con las fotos que quieras (si es más de una, yo haré una composición) y publicaré tu historia en el blog, y las fotos en el álbum de la página de fans y en el tablero de Pinterest.