La honestidad que sostiene

Publicado el 30 abril 2017 por Colo Villén @Coliflorchita
Quién aguarda una línea por detrás, quién cede el paso gustoso aunque desde primera fila no se percaten. Quién sabe que desde ahí, goza de una visibilidad global. Quién desde el fondo, protege.
Quién restaura el silencio por no alimentar la ira. Quién espera a que las aguas se amansen y no centrifuga las huellas del desgarro. Quién, llegado el momento, tiende una mano a la calma. Quién cede ante la ignorancia por no desatar un infierno sin sentido. Quién prefiere avanzar.
Quién amanece de blanco y se propone ondear el día con su ligereza. Quién esquiva espinas con buenas palabras. Quién no presume, ni se crece, ennegreciendo al resto. Quién permite el crecimiento de los demás asumiendo el riesgo a ser ignorado o despreciado por quiénes siembran tormentas. Quién se mantiene fiel a sí mismo, sabiendo que con su simple existencia ya hace la diferencia.
Quién respeta los turnos. Quién escucha sin organizar su respuesta. Quién valora el presente. Quién conversa. Quién sostiene la mirada.
Quién no se escuda en la mentira, en las excusas, quién acepta la imperfección: la suya.
Quién pide disculpas. Quién no se jacta de tomar atajos. Quién ofrece su mejor sonrisa a un extraño. Quién camina con paraguas bajo la lluvia, cediendo los balcones a quién no lleva sombrero.
Quien no manipula. Quién no pone zancadillas. Quién celebra el éxito ajeno. Quién sacude sus pies antes de entrar.
Quién respira a pleno pulmón. Quién aprecia los colores. Quién no arroja su prisa contra el cristal. Quién atiende al llanto de un niño, o un adulto, o una flor. Quién abraza la diversidad. Quién se acoge al orden natural de las cosas.
Quién ofrece sin ganar, desterrando el concepto de trueque que nos asola. Quién comparte sus conocimientos sin sentirse agredido o robado.. Quién no hace un negocio de la relación humana.
Quién corrige constructivamente. Quién educa con pasión. Quién escoge una y mil veces colaborar. Quién construye.
Quién se conmueve con el arte. Quién fabrica aviones de papel. Quién baila. Quién sabe que un sí es un no con acuarelas, y viceversa. Quién mueve el pincel y retoca, amable, este mundo.
Quién cree en el cambio, en el origen, en la bondad por encima del egoísmo. Quién no teme salirse del tiesto, quién cruje hasta sus propias raíces. Quién aprecia el desequilibrio y lo integra. Quién se sabe juzgado por cada uno de estos gestos y se sacude el recelo para acostarse de nuevo en el blanco.
Personas que apuestan por convivir, por cohabitar. No por educación ni civismo, sino por autenticidad. Personas que conociendo sus privilegios y derechos, eligen compartir, eligen la calidad humana, escogen acercarse a desconfiar, sin asumirlo como un riesgo.
A menudo, estos individuos sutiles, pasan desapercibidos, quedan ocultos tras el brillo artificial de quiénes se visten de neón, de quiénes quedan atrapados en el guión de su propia existencia. Pero en sus manos, en su consciencia, reside el último recodo de esperanza en esta sociedad medio podrida medio enferma.
Ellos cultivan y preservan la honestidad que nos sostiene.