Tengo la idea de que el colecho sería "lo natural", si algo pudiera ser "natural" en la crianza humana. Dormir con la cría en sus primeros días, me parece cuasibiológico porque el cuerpo de la madre segrega sustancias que la vuelven loca por el bebé, al grado de que muchas no querriamos dejarlo ni un momento. Luego, la madre va volviendo en sí; pero por cuestión de supervivencia, la cría querrá estar cerca de ella. Entre estas creencias y cierta ensoñación de familia, yo quería que mi bebé durmiera con papá y mamá. Pero como he contado AQUÍ, al descubrirla una noche, con la cara pegada a mi cuerpo, me asusté pensando que podría asfixiarse. Así que llegó la cuna, cortesía de una prima mía.
B se iría acostumbrando a lo que necesitáramos acostumbrarla, pero a su ritmo, así fuera un ritmo que nos pareciera muy lento, desde nuestra perspectiva soñolienta. Y efectivamente: pintaba para ser un ritmo muy lento... Aunque pareciera dormida, en cuanto la dejábamos en la cuna, despertaba llorando.
Ya habíamos tenido varias largas noches con mucho llanto de bebé, cuando tomé conciencia de algo que no era realmente nuevo. Una noche desperté, y vi que habíamos estado durmiendo ricamente, las dos, no sabía yo por cuánto tiempo: ella sobre mí. Se queda profundamente dormida sobre mi pecho, después de comer. Creo que siempre que come bien-bien. Y es delicioso sentir su calor y su respiración... Fue maravilloso hasta que me di cuenta de que, dormida, dejo caer un brazo que hace de soporte para ella... y el observador elucubró: ¿y si se mueve y cae? ¿y si cae de la cama? Afortunadamente, más vale una vez colorada que cien descoloridas: pasé la peor de las noches, intentando no dormir, con ella comiendo y durmiendo como si nada; al día siguiente decidí que no volvería a pasar por lo mismo: disfrutaría su cuerpito sobre el mío, sin preocuparme. Tal vez por cansancio, el encargado de seguridad de la familia no opuso resistencia.
Entonces, una noche de éstas, volvió a rodar. Abrí los ojos y estábamos en una posición diferente a la que teníamos en el último de mis recuerdos. Yo la sostenía bien, pero no podía saber si ella había rodado hacia la izquierda, o yo la había acomodado así. ¿Y si hubiera rodado para la derecha, y se cae de la cama...? Porque yo duermo del lado derecho...
Resolví que esperaría una media hora cada vez que la niña se durmiera, para llevarla a la cuna; en ese tiempo, esperaría que entrara en sueño profundo... Pero sería volver a empezar: volver a tenerla dormidita sin dejarme dormir a mí... Recapitulé: esto es para no aplastarla/asfixiarla y para que no se caiga... Miré la cama y me pregunté por qué me coloco yo a un lado en los momentos en que no hay alguien del otro lado, ¿por qué no me coloco yo en medio, para que en caso de caer/rodar la niña, haya colchón tanto hacia la izquierda como hacia la derecha? El papá casi siempre llega tarde a dormir; ella podría quedarse en la cama hasta que él llegara... Pensé: "vamos a armar una estrategia completa".
Lo primero sería lo más biológico o material, aunque es lo que menos creo que afecte: no más exceso de chocolate para mamá, por si acaso. Luego, habría que hacer mayor diferencia entre el día y la noche: alargarle un poquito sus ratos de estar despierta, darle un poquito más de actividad. Pero el centro de la estrategia sería un cambio de enfoque: si de cualquier manera va a despertar a comer, y varias veces; mejor pasarla lo mejor posible, asumiendo eso. En el primer turno, podemos ocuparnos: una película, leer, seguir trabajando. En el segundo, puedo dejarla sobre mí. Y en el tercero, para el rato en la cuna... a grandes males, pequeños remedios: yo no quería que nada hiciera competencia a mis tetas, y me gustó mucho ser un chupón humano, pero necesitamos procurarnos descanso; llegó un chupón con una rana. La idea es usarlo solo por la noche: a ver...
Compramos el chupón ayer, y estaba dispuesta a estrenarlo; pero a la hora en que la llevé a la cuna, y lloró, ya había amanecido; además, estaba llorando por hambre.
Silvia Parque