La hora de la verdad

Vaya por delante que esta entrada es más un ejercicio de desahogo con funciones presuntamente terapéuticas para quien la escribe que un artículo destinado al consumo masivo (como si alguno lo fuera… desde aquel ‘Gratis no trabajo’ y sus 450 visitas en un día… Ay, los buenos tiempos…). Que no cunda el pánico: estoy bien. Además, hoy, como las ovejas, he tenido mi sesión anual de esquilado y me he quitado unos añitos de encima. El problema es que se me acumulan tantos pensamientos, ideas, dudas, inquietudes en la cabeza que hay momentos en que no sé para dónde tirar.

¿No os pasa que cuando estáis a las puertas de un momento crucial (o supuestamente crucial) en vuestras vidas parece que para dar el último paso haya que superar un muro infranqueable? Pues más o menos así estoy yo. ¿He comentado alguna vez que he escrito un libro? “Nooooo, que vaaaaaa… Apenas cientos de veces…” Bueno, bueno, ya lo capto… En fin, es mi blog, así que lo voy a hacer una vez más (y las que quedan). El caso es que definitivamente me lanzo de cabeza al maravilloso mundo de la autoedición, en el que apenas unas decenas de miles de novelas compiten por hacerse un huequecito en el creciente mercado digital. De hecho, ya he colgado ‘El viaje de Pau’ en Amazon, donde, tras superar el proceso de revisión, previsiblemente en un par de días como máximo estará a la venta. Paralelamente estoy adaptando el manuscrito a los formatos digitales adecuados para que se visualice correctamente en los diferentes modelos de lectores electrónicos y colgarlo en otras plataformas. De todo ello descuidad que en breve dispondréis de la información detallada para que os descarguéis el libro a un precio muy razonable.

“Qué bien, ¿no?” Sí, pero da un poco de vértigo. No porque prevea una avalancha de descargas y que no sea capaz de asimilar el éxito (que no estaría mal, oye), sino porque ahora sí, ha llegado la hora de la verdad. Tras un año de intenso trabajo y varios meses de infructuosa búsqueda de un proyecto editorial interesante, por fin “mi tesoro” va a estar expuesto a los ojos del mundo, un mundo vastísimo repleto de caramelos, de pequeños tesoros luminosos que compiten por llamar la atención de lectores ávidos de historias interesantes. ¿Por qué se iban a fijar en la mía? Y entramos de lleno en el quid de la cuestión, en el corazón de mis dudas: ¿qué puedo hacer para que mi “lucecita” sea más atrayente que las otras?

Durante estas últimas semanas me he estado fijando en algunas experiencias de autoedición exitosas. Como decía al principio, tengo muchas ideas, pero a veces se me hace un mundo pensar cómo voy a llevarlas a la práctica, así que no está mal tener alguna referencia. Cito tres ejemplos, todos de autoras: Nerea Nieto y su libro ‘Detrás de un espejismo’; Alexandra Tapia, con ‘El susurro de la luna’; y Eva García Sáenz, con ‘La saga de los longevos’. Si visitáis los enlaces veréis qué apariencia tan profesional tienen las webs/blogs, así como los libros y los perfiles en redes sociales. Ahí hay mucho tiempo y trabajo invertido y, evidentemente, han logrado éxito porque el producto tiene calidad.

Es decir, no sólo se trata de escribir la novela, sino que hay que completar el trabajo con un diseño adecuado del perfil profesional en las redes sociales, que son el mejor medio de difusión posible para quien no cuenta con el respaldo de una editorial.

Yo confío en la calidad de mi novela. Creo que es una buena historia, aunque, evidentemente, habrá quien opine lo contrario, y creo que tiene recorrido comercial. Estoy convencido de que quien pague los menos de 3 euros que costará el ebook los considerará bien invertidos y ojalá que haya muchos lectores que apuesten por gastar un poco más y se hagan con un ejemplar en papel (prometo que ajustaré el precio al máximo).

En nada activaré una nueva página en Facebook, donde ‘El viaje de Pau’ y la literatura en general, así como los bellísimos escenarios donde se desarrolla la trama serán los grandes protagonistas. Espero contar con el apoyo de los habituales de ‘la recacha’, que, por supuesto, seguirá siendo la joya de la corona de mi presencia en la red. Sólo han pasado cinco meses desde que inicié esta aventura bloguera y ya no concibo un día sin pasearme por aquí.

No puedo acabar sin expresar mi más afectuoso agradecimiento a las bellísimas personas que he conocido y que estoy conociendo gracias a las redes sociales, que en todo momento me transmiten (transmitís) su (vuestro) apoyo, y especialmente a aquéllas que desde el primer momento me han ofrecido su ayuda incondicional, haciendo que el vértigo del que hablaba sea mucho más llevadero.

Vamos allá.