Estoy cansado de estar siempre huyendo, dice Don Draper, el gran Don Draper, el personaje del año sin duda, por delante del combativo Assange y del no menos brillante Zuckerberg. Don Draper está cansado, se nota. La cuarta temporada de la serie más adictiva que uno recuerda te deja en un estado de dependencia emocional desconcertante. Don Draper, repito, personaje del año. No sólo lo hemos visto borracho, drogado o dormido. También lo hemos visto con lágrimas en los ojos, lo hemos visto con muchas mujeres, lo hemos visto con sus hijos, lo hemos visto nadando. Sus secretarias le aman, le renuncian, le mueren. Don Draper puede con todo, huye siempre hacia adelante, sin mirar por el retrovisor. Veo estos capítulos finales de la cuarta temporada en Buenos Aires, en este Palermo Hollywood a 35 grados con pileta y bife de chorizo. Llego huyendo del frío europeo en buscar del calor del sur. Un calor infernal, dice la prensa local. A mí no me lo parece. Ni sudo. Mi cuerpo anda con déficit de calor. A diferencia de Don, yo no estoy cansado de huir. De hecho, no creo que sea una huida, apenas un nuevo desplazamiento, un nuevo cambio para seguir siendo uno mismo pero en otro lugar. Este lugar es Buenos Aires y este país es Argentina. Un país que no descansa ni en vacaciones. Una ciudad ruidosa y enérgica que cada día es un poquito más mía. Han sido dos años de Carcelona y me temo que es hora de terminar con este blog y con esta determinada manera de vivir un retorno que ha sido apenas una pausa en el camino.
No es de extrañar que en el vuelo Barcelona-Buenos Aires me acompañe EL JUEGO DEL OTRO, otro magnífico libro que los amigos de Errata Naturae nos han brindado en este agonizante 2010.
"Al fin y al cabo, no es totalmente desdeñable la idea de que un diario real, que suponemos como un reflejo "verdadero" de unos hechos, se convierta en un paño ocultador; al tiempo que un segundo diario, un diario falso, es decir, una ficción, restituya la realidad de forma tan "verídica" como podría hacerlo el primero."