Actualmente, y debido a los nuevos estilos de vida, tendemos a saltarnos los desayunos o a realizarlos de forma cada vez más ligera, poco variados e incompletos nutricionalmente hablando. Este problema se agrava aún más cuando aligeramos u omitimos la cena, con lo que estamos llevando a cabo una distribución horaria de las comidas muy desequilibrada, lo que puede llegar a tener repercusiones negativas para nuestra salud.
Fuente: Sartenazo.com
Si nos tomamos un desayuno adecuado, estaremos aportando la energía y los nutrientes esenciales para empezar el día, lo que repercutirá en mantener un peso adecuado, mejorando al mismo tiempo el rendimiento físico e intelectual y mejorando la concentración y el comportamiento durante la jornada. Para que un desayuno sea considerado adecuado, ha de aportar el 25% de las necesidades energéticas diarias, esto es, unas 400 Kcal para una dieta de 2000 Kcal/día, así un desayuno será completo cuando incluye cuatro grupos distintos de alimentos:
- Frutas y zumos naturales: (Naranja, Kiwi, Plátano). Aportan vitaminas hidrosolubles y contribuyen al buen funcionamiento de nuestro aparato digestivo.
- Lácteos: (Yogur, leche, queso). Nos aportan proteínas de alto valor biológico y minerales como Hierro, Zinc o Calcio.
- Cereales: (Pan, galletas, bollería, cereales de desayuno). Aportan hidratos de carbono, entre ellos la glucosa, esencial para toda actividad física y mental.
- Otros: (Aceite de oliva, margarina, mantequilla, frutos secos)
- Afecta al rendimiento escolar, ya que no se aporta la energía necesaria para el correcto funcionamiento del cerebro debido a la falta de glucosa.
- Se tiende a comer peor, a llevar una vida más sedentaria y a tener unos niveles más altos en sangre de colesterol, con las consecuencias que esto puede tener para nuestra salud cardiovascular.
- La ausencia de desayuno está asociada, además de con sobrepeso, a una mayor tendencia a fumar y a consumir alcohol.