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La imposibilidad de la lluvia

Publicado el 03 junio 2012 por Tarrou
Puede acariciarte o golpearte, estremecerte o liberarte, pero es imposible expresar lo que es la lluvia. Una vez más no, por favor. Hemos oído todas las onomatopeyas y las enumeraciones son un desperdicio de imágenes. La lluvia es imposible de expresar. Sobre un papel y una pantalla. Afortunadamente, su magia recurrente ha sido compartida y sus símbolos se nos dan con frecuencia como para que no haga falta.
Ayer, la lluvia rasgaba mi ventana y ponía un fondo de percusión y trazos líquidos que aislaban mi cuarto del mundo exterior. Creo que me sentía bien. Melancólico y distante. Los ritmos de la lluvia fina serenaban todo, y acompasaban todo. Los esfuerzos juguetones de la memoria y la imaginación para recordar volutas de humo surgiendo de una taza blanca de chocolate. Otras ventanas. El olor de la tierra mojada. Las espinas y los arcos oxidados de cementerios de pueblos moribundos. La lumbre que crepita en un cuartín diminuto y dialoga rítmicamente con el caer gota a gota. La mitología privada irlandesa que uno va confeccionando caprichosamente. Las lágrimas en la lluvia, las tempestades que nadie oirá sobre mares que han sepultado cosas que otros desdichados ojos vieron y no pudieron contar. En fin, hay millones. Pero que difícil es dejar de describir la magia de formar parte de lo de fuera a través del hechizo interno y el asombro ante lo más natural. La nieve cae en el silencio, y ese silencio es fecundo para soñar (al menos, supongo, para aquellos que no hemos nacido en países nórdicos o Invernalia . El intervalo de la caída del agua crea un espacio imposible de mejorar con nada que no sea ese compás primario imitado con resultados parecidos a los míos intentando ganar al ajedrez a Fritz (un insolente amigo ajedrecista que vive en un juego) cuando se pone en un nivel medio o alto. Ridículos, jugadas extravagantes. pero tampoco importa demasiado, porque es algo común. Quizá no visteís la fina película de agua que difuminaba colinas y campos ondulados, pero visteís otros contornos, y os sentisteís de una forma similar. Sólo sé que no sabía que escribir, y ayer pensaba viendo la lluvia en el suelo de una calle preciosa y querida para í los reflejos de los faroles antiguos, y una grata sensación de que a veces todo parece encajar, o al menos, sería posible.que hay cosas que no sabemos expresar, per todos hemos sentido. Que vivir (generalizando a lo bestia, en cierto modo) es más fácil, si uno se lo propone. Que hay palabras: mar, libertad, azar, hogar, fuego, amor de madre, ventura, macroeconomía... cuyo eco fortalece o enerva. Y que hay que usarlas con cuidado. Y si las cosas viene bien, engullir con gula. Y salir a la lluvia, o sentir la paz.
¿Alguna más, gente?
Es la lluvia de siempre, la actual
que en lo tocante a lluvias
es un absurdo ser original
Andrés Trapiello
La imposibilidad de la lluvia

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