Revista Diario

La increíble historia del estudiante del siglo

Publicado el 03 agosto 2010 por Ter0n
Os dejo una historia real, aunque parezca lo contrario. FUENTE.
UN CASO CURIOSO: ASEGURO HABER DISEÑADO UNA MAQUINA DE CAFE PARLANTE
La increíble historia de un joven cordobés que dijo ser inventor
Cautivó a los periodistas cordobeses y a la gente de su pueblo, Las Varillas. Hasta lo recibió el gobernador De la Sota. Pero nadie le pidió pruebas. Y el invento no existía. Ahora está deprimido y temen por su salud
Deprimido, con los nervios en un hilo. Así está hoy Marcos Castagno, el joven de 22 años que dijo haber inventado una máquina de café parlante y que, con su falsa historia, engañó a gran parte de la prensa cordobesa, a sus vecinos de Las Varillas y hasta al mismísimo gobernador José Manuel de la Sota, quien lo recibió en una audiencia.
¿Cómo funcionaba el aparato que nadie pudo ver? Se ponía una moneda de un peso y se hacía el pedido verbalmente, un café doble por ejemplo. Y la máquina lo servía automáticamente.
Desde el jueves el chico está encerrado en un departamento que comparte con un amigo en el barrio Clínicas de esta ciudad. El estado de su sistema nervioso es de tal fragilidad que sus padres —humildes empleados rurales—, el intendente de su ciudad natal, Fernando Coicet y el propio De la Sota reconocieron estar "muy preocupados por la salud de Marcos", de quien temen "tome una resolución equivocada contra su integridad".
La madre de Marcos y un tío viajaron ayer a esta capital para tratar de convencerlo de volver a casa por unos días y así poder cuidarlo. Coicet dijo que "más allá de lo ocurrido, quiero decirle que lo apoyaremos para que se recupere y sea atendido por psicólogos".
Ocho meses de trabajo
La insólita historia que tejió la fragorosa imaginación de Marcos comenzó cuando le aseguró al director de la universidad donde estudia que había sido distinguido como "el estudiante del Siglo" por la Fundación Motorola. El chico aseguró que su invención, una máquina de café parlante, le había llevado 8 meses de trabajo junto con otros tres compañeros, y sería su pasaporte para estudiar becado dos años en Japón. Entusiasmado, el director le contó la buena nueva al intendente, quien a su vez, le habló del supuesto premiado al diputado Omar Basso.
Así, el jueves 20 de abril, el jefe comunal homenajeó al chico que, de estudiante de tercer año de ingeniería electrónica en la Universidad Tecnológica de Córdoba (UTN), se convirtió en el héroe absoluto de Las Varillas —una localidad de más de 18 mil habitantes—. Todos se enorgullecieron y lo vitorearon al verlo desfilar por las calles en lo más alto de la autobomba de los bomberos, a sirena limpia.
Pero eso no fue todo. En la capital cordobesa los principales medios de prensa lo entrevistaron gratificados, al fin, de dar una buena noticia. Aunque, hay que decirlo, nadie tomó la precaución de pedirle prueba de tales galardones. El 26 de abril, el gobernador De la Sota lo recibió en la Casa de las Tejas —siempre escoltado por el director, el diputado y el intendente— y lo felicitó en nombre de los cordobeses.
La vida le sonreía a un Marcos que, con su pelo castaño hasta los hombros y su mirada inocente, almendrada, pueblerina, contestaba pausado, seguro y se mostraba feliz ante las cámaras; mientras los flashes y micrófonos también lo estaban de tener enfrente a un joven tan talentoso.
Pero el sueño terminó. Llegó la hora de viajar a Japón y el castillo del chico se desmoronó. Como sus nervios.
La lluviosa mañana del martes pasado, Marcos volvió a ser el centro de las noticias: contó, ante atónitos periodistas, cómo un grupo de "unas 15 o 20 personas de fisonomía japonesa", lo habían asaltado en un baño del Aeropuerto de San Pablo el domingo anterior, en una escala cuando se dirigía a Francia, en viaje a Japón.
Espionaje industrial
"Me dijeron que me iban a hacer boleta si no les daba la clave de mi máquina que ya se habían robado." El relato era tan descabellado, que muchos creían estar dentro de una película de James Bond: al fin y al cabo, no faltaban ingredientes como el espionaje industrial, la "mafia japonesa", y hasta un balazo a un supuesto coordinador de la —también supuesta— Fundación Motorola. Eso sí, dijo, con un silenciador: "Porque escuché como un silbido".
Las dudas dieron su fruto: al final de una tarde donde abundaron las consultas —demoradas— a funcionarios, a la empresa Motorola y a la universidad donde estudia Castagno, un comunicado confirmó las sospechas: "Informamos la absoluta falta de veracidad de los hechos".
Marcos nunca salió de la Argentina. No inventó otra cosa que sus engaños. Nunca fue amenazado ni robado, sino por su propia megalomanía. Según se explicó, quizás el joven temía perder una beca que le había dado el municipio de su ciudad para estudiar en la UTN. Tal vez por eso habría pergeñado un falso premio que le explotó en las manos, no bien pasó a las de los funcionarios y los periodistas: ámbitos en los que nunca se chequeó si lo que decía era real. Lo cierto es que, cuando aún soplan los vientos finales de la tempestad que el propio Marcos originó con su falaz historia, el chico sufre hoy el doloroso infierno de su propia vergüenza.

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