Hablamos hace mas de un año del espacio. El espacio no está hecho para la humanidad, pero la transhumanidad ha logrado adaptarse a vivir a él.
Las biomodificaciones básicas, tan comunes, permiten la vida en el espacio (al margen de frío y oxígeno, en lo referido a ingravidez y radiación cósmica), pero por otro lado, quienes se enfundan en planos, o incluso los humanos (notese la ausencia del prefijo trans) que todavía continúen naciendo de la forma habitual no pueden sobrevivir en ingravidez.
Los efectos de la ingravidez son bastante radicales para los biomorfos sin biomodificaciones básicas.
Pérdida de visión y aplastamiento de los globos oculares: El fenómeno es causado por el aumento de presión intracraneal. Muchas veces, a la vuelta a un hábitat con gravedad, se notan cambios en la visión, porque la separación entre los elementos del ojo ha cambiado y ven mejor de lejos y peor de cerca. La radiación ionizante produce cambios en el ADN y puede ser especialmente dañina en las células del cristalino, habiendo propensión a desarrollar cataratas. (En las misiones Apolo los rayos cósmicos provocaban que los astronautas vieran fogonazos con los ojos cerrados: las partículas estimulaban el nervio óptico)
Un biomorfo con los globos oculares alterados, podría sufrir bono (+10) a ver de lejos, y el mismo penalizador (-10) a ver de cerca. A más largo plazo, podría desarrollar cataratas (-20) mezcladas o no con los modificadores anteriores.
Redistribución de los fluidos corporales: Por la gravedad, los fluidos se ven atraídos hacia las piernas y se reparten correctamente por todo el organismo. En el espacio, en cambio, la sangre que debería irrigar las extremidades inferiores se redistribuye en la cabeza y en el tórax y provoca, al inicio del vuelo, la hinchazón del rostro. Se produce una respuesta del organismo a la redistribución de líquidos. Para adaptarse a la nueva situación, se elimina agua, con la consiguiente disminución del volumen corporal. Una vez de regreso a la gravedad, tiene lugar la situación inversa; en consecuencia, al disminuir la irrigación en la parte superior del cuerpo, los astronautas pueden sufrir mareos y desmayos.
Menos glóbulos rojos: Consecuencia de los cambios de distribución de los fluidos, se disgrega el plasma por el flujo sanguíneo y se reduce la producción de glóbulos rojos, que también cambian de forma y se vuelven más esféricos. Al regresar a gravedad recuperan su forma habitual.
Debilitamiento del sistema inmune: El aislamiento y la falta de sueño provocan un debilitamiento de los linfocitos tipo T y los astronautas son más propensos a coger infecciones.
Un biomorfo que se mantenga tiempo en ingravidez, podría recibir el defecto Sistema inmunológico débil (pag 151 de EP) empezando por el nivel 1, y pudiendo evolucionar al nivel 2 si el tiempo en ingravidez es prolongado.
Descalcificación de los huesos: La ausencia de gravedad provoca que el organismo excrete más calcio y fósforo de lo normal, lo que provoca un debilitamiento de los huesos. Se pierde alrededor de un 1% de su masa ósea por cada mes que pasan en el espacio. Una estancia demasiado larga podría provocar daños irreversibles. Los cambios más radicales se producen en la pelvis, el fémur, la columna vertebral y los talones. Se combate con calcio y ejercicio.
Atrofia muscular: A la larga las células musculares se encogen y atrofian por la falta de uso. (En una misión de entre 5 y 11 días se pierde alrededor del 20% de la masa muscular) Se combate con dieta, ejercicio diario, estimulación eléctrica, y vestir trajes espaciales con fuertes elásticos en la zona de las articulaciones, para forzar los movimientos.
Una ingravidez prolongada que degrade huesos y músculos podría causar temporalmente el defecto Bajo de Forma (pag 149 de EO) primero a nivel 1, y luego a nivel 2. Si la vida en ingravidez fuese tan prolongada que crease daños permanentes a la estructura osea del biomorfo, el defecto puede considerarse permanente usando el defecto inventado para esto que ya comentamos (mas parecido a Envejecido, pag 150 de EP).
Cambios en el corazón: Al no tener que vencer la fuerza de la gravedad, el corazón trabaja menos en el espacio. También se trata de un músculo, de manera que su falta de uso provoca una atrofia. Se sufre una diminución significativa de la masa cardíaca tras largas estancias en el espacio, esto provoca tensión baja y propensión a los desmayos tras regresar de una misión.
Algunos biomorfos se adaptan especialmente mal (enfermedad de microgravedad, pag 150 de EP).
Alimentación: Al contrario de lo que se podría pensar, los biomorfos en ingravidez necesitan muchas calorías diarias, ya que consumen muchísima energía al realizar las cosas más simples. Pero además de incluir gran cantidad de calorías, la dieta espacial está balanceada en forma diferente de la gravitacional. Por ejemplo, es fundamental que contenga un alto porcentaje de calcio, y hierro (para los glóbulos rojos). Irónicamente, con lo sencillo que sería fabricar píldoras que aportasen calcio, hierro y demás, no se producen debido al nulo interés por los planos, y su casi nulo uso en hábitats espaciales.