Revista Literatura

La insoportable levedad... de viajar cón-mígo

Publicado el 27 noviembre 2010 por Tuky @Tuky
Hay una diferencia abismal entre viajar en taxi y viajar en un remis de la empresa para la cual trabajo. Una cosa es viajar en un auto negro y amarillo sentándose atrás y otra muy distinta, es viajar siendo copiloto en una nave espacial de regreso a casa.
La insoportable levedad... de viajar cón-mígoAntes de subir a la nave le dije a mis dos compañeros: “¡yo voy adelante!” con esa cara que ponen los nenes cuando dicen “¡canté pri!, canté pri!”
Al sentarme en el asiento de la derecha me salió un: “guaauuuuuu!!!”.
Es que de verdad, yo estaba convencida que al subirse el conductor, despegaríamos y atravesaríamos la capital esquivando terrazas.
Sobre la cantidad de botones del auto en cuestión, podemos llegar a conclusiones asombrosas, como a las que arribó mi Editor: “a mayor cantidad de botones en el habitáculo, mayor es el ancho del estacionamiento” o “mientras más botones tiene un auto, más joven es la copilota”.
Dejando de lado la cantidad de botonitos (que confieso no apreté por miedo a salir despedida de mi asiento) lo que volvió a la nave espacial única, fue otra cosa… ¡¡¡TENÍA GPS!!!
Sí, ok, ok, no es la primera vez que veo un G.P.S (Generador de Preguntas Sinimportancia) pero al percatarme de que éste me miraba con cara de: “Tuky entrevistá al conductor”, no pude negarme.
Ansiosa esperé que el conductor se suba y le disparé con tono de alegría “¿Nos hablará todo el viaje el GPS?
Aclaro para no herir susceptibilidades: los argentinos sabemos que los españoles no son todos “gallegos” pero aún así, les decimos a todos “gallegos” y muchos (yo incluida) morimos por lo que llamamos: “tonadita gallega”.

El conductor me respondió: “no, lo tengo con la voz apagada”.
Lo miré con una sonrisa de oreja a oreja, me acomodé en mi asiento (como se sentaría un perrito moviendo la cola) y empecé a aplaudir con las puntas de mis dedos en gesto de impaciencia (fue innecesario agregar el sonido de las palabras: “¡¡¡PRENDELE LA VOZ, PRENDELE LA VOZ!!!”); obviamente, al ver mi emoción no le quedó otra que habilitar el sonido.
Chofer:-Mirá que habla una latina
Yo: -¿no tenés a la Gallega?
Chofer:-en realidad son dos, a veces habla como latina y a veces como gallega
Yo:- faaa un GPS de gemelas!!
El hombre le metió los dedos a la Gallega (que feo que sonó eso) y escribió el destino.
Yo llevaba los ojos fijos en el GPS esperando que diga algo.
Al ver que la Gallega venía cohibida, le propuse una solución sumamente práctica al chofer: “¿y si te metés en contramano para que la Gallega grite?
A la Gallega no le gustó mi idea y al ratito dijo: “á-cien-to cincuén-ta metros gí-re a-la dé-récha” yo grité “wiiii!!!” estirando los brazos como superman cuando vuela (obviamente girando a la derecha).
Las unidades de medida de la Gallega me dejaron boquiabierta. En cierto tramo del recorrido informó: “á dos-mil- nove-cientos métros dó-ble a-la íz-quiérdá”.
Le pregunté al chofer si el GPS venía con una regla porque sinceramente, no se me ocurría de qué manera podría mi cabeza procesar 2900 metros exactos. El chofer me contestó que si teniendo carnet de conducir no podía calcular 2900 metros estaría muerto, a lo que le respondí: “esos son los beneficios de no saber manejar
Claro, él la tenía claaaarísima con las medidas porque no sólo tiene licencia de conducir sino que además, tiene licencia para manejar veleros.
Así fue como me enseñó que antes, la velocidad de los barcos se medía con una soga que tenía nudos, de ahí que se escuchen cosas como “a 20 nudos”. Debo confesar que tomé como palabra santa sus dichos y el GPS no venía con Google incorporado como para refutarlos.
Y siii, fue inevitable. Yo tenía que decirlo... “pobre el hombre que iría contando nudos de la soga si el barco tomaba velocidad, no le darían los dedos para pasar nudos
Para mi tranquilidad, también me contó que había GPS para barcos.
Decir que me imaginé una Gallega diciendo: “á dos-mil- nove-cientos nú-dos… ó-la” estaría de más.
Pero no está de más decir que me vi de repente en la escena caótica de la “tormenta perfecta” con el GPS diciéndome “ó-la- ó-la ó-la- ó-la- ó-la ó-la” (con voz de pánico) y yo contestándole en modo loro “hola-hola-hola-hola”. Mi imaginación me llevó a suponer que los GPS de barcos, en medio de catástrofes, son “amigables”.
Para ser honesta no recuerdo el orden de la conversación, pero surgieron unas cuantas ideas interesantísimas que de ser escuchadas por los que dirigen los destinos de la humanidad entera, obviamente cambiarían el rumbo del futuro... a saber:
-acordamos con el chofer que los GPS deberían dar datos relevantes que hoy por hoy, no son tenidos en cuenta y que al ser excluidos ningunean las funciones vitales de los GPS Ejemplo: “cuidado con la anciana!!!
-los GPS deberían traer una opción de entretenimiento que por ejemplo diga: “és-támos ró-deados PEEEEEERO QUE BONITAS LUCES QUE TIENEN LOS AUTOS!!” (obviamente esto lo diría un GPS en medio de un embotellamiento)
-también surgió la iniciativa de que nuestros amigos GPS´s comenten en los tramos rectos datos de esos que son sumamente inútiles pero curiosos por ejemplo (se me ocurre ahora) “enéste mó-men-to ustéd está espe-rán-do el semá-foro...tranquilo oooh tranquilo ooooh tranquiiiiiilo” (simulando la calma que se le expresa a un potrillo de pura raza antes de montarlo) y a continuación algo como: “el veinti-trés pór-cien-to de los cá-bá-llos su-é-ñan con ser- cóne-jos
-también pensé en tener un GPS que se pueda llevar colgado del pecho como un pin, claro que ahí la historia sería distinta porque entonces se escucharían cosas como “á dos-mil- nove-cientas baldosas gire a-la-de-récha” (esta idea la tengo que revisar porque si no sé cuántos son 2900 metros ni en sueños, me pongo a contar baldosas)
También le dije al chofer que para mí, los GPS fueron inventados por hombres raros y solteros que viven frente a computadoras y que eso explica por qué la voz siempre, es de una mujer.
Mi teoría duró lo mismo que un GPS pegado al agua, porque el hombre me explicó que fueron inventados por los Yankees para ser utilizados durante la guerra, que después vendieron los satélites y pasaron a accesibles para cualquiera.
Yo lo miré medio desconfianza porque digo, ¿qué yankee vendería un satélite? además ¿usar a una Gallega adentro de un tanque de guerra para que diga: “á dos-mil- nove-cientos mé-tros REVIENTE A ESA GENTE INOCENTE!!!”? no lo creo...
Ahora que lo pienso el chofer era una fuente de información interesantísima…
Yo: ¿nunca se equivoca la gallega?
Él: mirá una vez fui a un pueblito en Santa Fe que se llama “Chispa”
Yo: ¿existe un pueblo con ese nombre? debe ser gente muy alegre ¿no?
Él: una jooda terrible!! no sabés!!... el pueblo tiene cuatro cuadras.
Yo: jajaja ¿y?
Él: y resultó que la gallega sabía las calles y todo
Yo: ¿y cómo es que las sabe?
Él: es que hay gente que se dedica a “mapear”, se pasan horas y horas metiendo datos de las calles… horas y horas, entonces después uno se baja el software y listo
Yo: guauu ¿horas y horas? ¿de gratis? ¿metiendo nombres de calles?
Él: sí, hay gente muy al pedo
Yo: ayyy no sé porque de repente, me sentí re re re identificada.
Y así fuimos hablando de las vueltas, los nudos y demases hasta que la gallega dijo: “a- dós-cién-tos métros des-tíno”.
Los ojos se me abrieron de par en par, me quedé esperando que la Gallega siga hablando y me tomó unos segundos entender que el GPS no predeciría el destino de mi vida sino, que daba cuenta del fin del viaje.
Le dije al chofer “mirá vos todo lo que aprendí en este viaje” él respondió: “sí, un montón de datos inútiles que no te servirán para nada” “quien sabe, quien sabe” le dije censurando las ganas de contestarle con voz de GPS
Obviamente me bajé agradeciéndole en silencio a la Gallega, no todos los días un GPS te indica el camino de un post.
Nota: me quedé con ganas de preguntarle si cuando la Gallega no sabe el recorrido le dice: “Jó-dér!

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