Dicen que necesitamos toda una vida para aprender a valorarla y prepararnos para la muerte…
Hoy, cuando apenas amanecía un nuevo año, la vida se ha llevado a un amigo del alma, un genio de las emociones, un desaforado amante de la vida que vivía cada segundo con la intensidad de quien sabe que todo es fugaz y que no merece la pena pensar en el mañana porque el hoy habrá quedado atrás.
Josep Julián, nuestro Pepe, el Maestro de las Emociones recorrió media España en su vida profesional, pero siempre acababa volviendo a la Ciudad de los Prodigios, su ciudad, su querida Barcelona. Allí recorrió con pasión las paginas de Stevenson y descubrió que tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir. Desde entonces fue vida, pura vida, una lealtad inquebrantable hasta el último segundo, enseñándonos que quizás los problemas nos ahoguen, la incertidumbre y el miedo nos aceche, pero nada habrá nunca comparable a la vida porque esas cuatro letras significan esperanza en el mañana, fe en las personas y lealtad consigo mismo.
Después de muchos años de viajar accidentalmente, he conocido gentes de todo tipo y condición, opulentos desgraciados, humildes felices, soberbios y ruines, ignorantes en su sabiduría, amigos de ayer, conocidos de mañana… Conocí a Pepe una fría noche de invierno en Gràcia con Diputaciò y, en aquel mismo instante, supe que sería mi amigo, gemelos de alma, siameses de corazón. Quizás llegó a mi vida demasiado tarde aunque seguramente lo hizo cuando estuve preparado para tanta lealtad, afecto y, sobre todo, sabiduría de la Emoción.
Los blogs son lugares para el encuentro y este es un adiós, pero Pepe también vivió intensamente en la red con su increíble Inteligencia de las Emociones. Hoy ese lugar queda huérfano aunque todos sus amigos lo visitaremos buscando no sólo el recuerdo, sino también sus lecciones de vida y amistad sincera.
Algún día volveremos a encontrarnos Pepe, como en aquella noche de Barcelona, volverás a sonreírme y abrazarme. Cuídate amigo mío y, si es posible, continua escribiendo y emocionándonos con tu Inteligencia.
Adiós amigo