Realizado en 1.989, obtuvo entre otros premios el León de Plata al mejor corto en Berlín, empezando una carrera de éxitos y excelentes críticas, a pesar de lo cuál, y como suele ser habitual con los cortometrajes y con el cine documental, no es fácil verlo con una buena calidad, y de pantalla grande ni hablamos. Este es un excelente ejemplo, entre tantos, de obras de las que solo podemos disfrutar gracias a la existencia de Internet, ese lugar donde anidan malhechores y piratas de todo pelaje.
La película no nos cuenta nada que no sepamos, pero lo hace con tal gracia, con un ritmo tan vertiginoso y utilizando definiciones ortodoxas de forma paródica, que no podemos quitar la sonrisa de nuestra boca. Es como "la parte contratante de la primera parte", que aunque sepamos lo que va después nos reímos igual.
Desde luego el formato que usa ha sido de notable influencia en un buen número de documentales posteriores, y especialmente en los de Michael Moore, no solo porque use del humor para contarnos asuntos muy serios, sino también por la forma de utilizr imágenes de archivo, gráficos y animaciones para ilustrar el discurso, así como por el ritmo rápido de la narración. Aunque también es cierto que existen antecedentes, como la fantástica 'The Atomic Cafe'.
Si no la habéis visto no os la perdáis.
Y un deseo para el año que comienza: que nunca os veáis por detrás de los cerdos.