Me unen a ti lazos que no comprendo.
Nunca los quise pues no soporto las cuerdas.
En el pasado me hicieron enormes heridas las ataduras.
Sin embargo, estos lazos nuestros son de seda.
Mi piel los siente y es agradable esta sensación.
Quizás son el tiempo, las horas, los momentos que compartimos sin pedir nada a cambio,
sin exigencias, explicaciones, reproches, sin sentido de la posesión, lo que me hace estar bien.
Nadie me posee ahora, mi cuerpo y mi mente vuelan unidos al fin.
Nadie entrará en mi mundo que yo no desee que entre, que no acepte, que no cumpla mis condiciones.
Yo soy quien pone las reglas, las normas a la piel, al alma y al corazón.
No soy fría, nunca lo fui ni quiero serlo.
Ahora, gracias a estos lazos etéreos, he descubierto que sensibilidad y katana
pueden ir parejas, en armonía, rozando mi piel como siempre fue y siempre será: amando la vida.
Desenfundada mi espada está, mas nadie tema ser herido.
Como prueba de guerrero y de querer estar a mi lado:
amarme a mí por entero y leer mis versos.