La ley de la caducidad

   ¿Existe? ¡Sí! Segura de mi afirmación, me refiero a algo mucho más complejo (y algunas veces efímero) que un “best by X/X/2010” impreso en el paquete de algún supermercado.   ¿Quién invento la idea de la caducidad? Estoy segura que algún corazón despechado fingiendo sentirse mejor. Quizá, alguna mente descarada sin excusas para seguir luchando.    A veces nos aferramos tanto al pasado que no logramos aceptar. A veces, nos damos cuenta que del pasado es de lo único que no somos parte. A veces tratamos de ignorar presentimientos. Ignoramos los recuerdos que no nos dejan pegar las puertas en su lugar. Otras veces, entramos en una época de incertidumbre.   Hay de esas épocas donde pensamos que todo es luz. Cuando aquella lagrima vale la pena. Estuvimos juntos, donde un abrazo era un te amo; donde un te amo era una felicidad eterna. Diferentes épocas, como esta, donde un te extraño seria una lagrima con valor. Cuando una llamada podría catalogarse en un “para siempre”. Es mejor, ser realistas y mantenernos en la época de “El amor es eterno mientras dura” como acertadamente tituló Alberto Aguilar.    En este momento me llamo Marta. – Nice to meet you! – El debería llamarse Julio. Pero Marco, prometo cuidarlo cuando algún tren de San Pedro lo traiga.    Todo empieza. Todo termina. Es como la ley de la gravedad pero con  orden cronológico y línea del tiempo. Se trata de amar más la trama que el desenlace como diría J.Drexler.