En una ocasión, me relataron una leyenda muy antigua, en un mundo tan diferente del que ahora vivimos que bien podría haber sido otro. Me hablaron sobre una mujer, elegida entre todas las existentes por algún tipo de poder o fenómeno cósmico, quiero pensar, que en tiempos de gran necesidad, recibe un gran poder, para elevarse sobre las cosas, y se escurre por entre las fauces de del desastre, transformando la derrota en victoria. Una elegida, destinada a convertirse en la campeona del mundo.
Cuentan, que sólo el alma más limpia se hacía merecedora de ser la receptora del Fénix, otorgándole capacidades muy por encima de las del ser humano corriente, hasta el punto de convertirse en semidiosa, que proporciona la luz en las épocas de extrema oscuridad, y sirviendo no sólo para defender a los suyos contra las agresiones de las que son objeto por parte de siniestras fuerzas sin origen definido, si no para guiarlos a alcanzar un mundo mejor y más justo.
Dicen que las mismas fuerzas que conformaron el universo son las que crearon la entidad del Fénix, para preservar la existencia y el equilibrio del mismo universo.
Las primeras receptoras de la entidad Fénix, fueron princesas, lo que llevaron a establecer la tradición de proclamar como princesa, a toda aquella que fuese dotada del poder del Fénix, la protectora de la tierra.
Eso era lo poco que me contaron sobre aquella leyenda perdida en el tiempo, no se deshicieron en detalles. Pero decían, también, que en todas las épocas hay una princesa Fénix. Si eso es cierto, en estos oscuros tiempos, se hace necesario que la princesa Fénix resurja de las cenizas. Yo creo conocer a la candidata más adecuada para ello.