Revista Diario
La libertad
Publicado el 13 febrero 2014 por LaikaLa mayoría de las veces nosotros mismos nos negamos la posibilidad de ser libres por tener miedo a levantar el vuelo, y vivimos aherrojados en nuestros propios miedos, con ataduras ficticias, con inseguridades creadas en nuestra propia imaginación.
Conozco a personas que son buenas, pero su existencia es anodina, rutinaria, conformista...
Son incapaces de rescatar la belleza que cualquier detalle pequeño encierra. Su mirada es opaca, le falta la transparencia y el brillo que refleja la luz del sol cuando se posa en el universo.
Sus ataduras son tan potentes, que ellas mismas se han negado la posibilidad de vivir intensamente, apasionadamente, curiosamente...mientras se esconden en su miserable caparazón donde se encuentran seguras sin arriesgar.
En el fondo, han perdido el sentido de su existencia y la vida les pesa como una losa. Donde uno descubre mil minucias que saborear, otros no encuentran ni una sola pizca de ilusión tan necesaria para no dejarse morir.
La propia negación de la felicidad, es el drama mas cruel que puede sufrir el ser humano.
Cada uno somos dueños de nuestros propios actos, de nuestra manera de aceptar las circunstancias que acompañan nuestro vivir. Lo que a uno le hace más fuerte, a otro le puede hundir en la miseria, porque depende de nuestra propia actitud.
Somos libres al elegir como queremos vivir. Y la libertad interior es la que nos da alas para ser consecuentes
Los límites nos les ponemos cada uno.
¡Y hay cada cadena atada en el alma de tantas y tantas gentes!
La libertad interior es necesaria para vivir sin prejuicios, oteando el horizonte sin cortapisas, viendo siempre más allá.
Cuando nos cerramos ante cualquier pequeña aventura, nueva experiencia, algún suceso inesperado nuevo, oportunidad de ampliar amistades, conocer nuevas personas, emprender metas distintas, aprender algo, viajar a otros países, salir de nuestro pequeño mundo...estamos perdiendo la oportunidad de enriquecernos.
La rutina nos acecha constantemente, el conformismo se acurruca con nosotros en el sofá, la tristeza y el desaliento intentan llevarnos de la mano a su terreno, y nuestra mirada va perdiendo nitidez y frescura.
Aún si nos faltase la mas elemental libertad que fuera en contra de los derechos humanos, nuestra libertad interior jamás nos la podrán arrebatar, porque esa es solo nuestra.